Los perros y los coches tienen una relación complicada. Por alguna razón que la mente humana es demasiado simple para entender, a los canes les encanta perseguir a los coches mientras les ladran. No tratéis de entenderlo, está intelectualmente por encima de vosotros.
Muchos perros urbanitas están tan acostumbrados a los coches que no les hacen ni caso, pero el problema viene cuando te encuentras ese coche que parece un ovni sacando fotos en 360. Algunos hemos sido inmortalizado en una esquina cargados como mulas de bolsas de Consum, glamour puro.
Si eres un humano rezas para que el algoritmo de Google emborrone tu cara. Si eres un perro... bueno, si eres un perro tienes la obligación moral de perseguir ese objeto.
Y exactamente eso es lo que ha hecho este valiente perrete de Kumage en la isla de Kyushu, al sur de Japón. A pesar de que el coche seguramente superaba su peso en varias toneladas, el valiente canino inició una persecución en protección de su territorio que se alargó casi 100 metros a lo largo de una pequeña carretera junto al mar, convirtiéndose en una superestrella.
Este es el momento en el que el perrete ve al coche. Ya podemos ver la posición de defensa del territorio:
Acto seguido comenzó la persecución a alta velocidad del coche. En la siguiente instantánea se le puede ver arrancando con cara de "nasio pa' matar".
"¡Espera, amigo, que tengo aquí el TFM de Cifuentes!"
Lo podemos ver indignadísmo porque Google no proteja su intimidad igual que proteje el de las personas y no oculte su rostro. Excepto en este instante, en el que por alguna razón Google ha confundido una cara canina con una humana, o tal vez con una matrícula.
Pero lo más inquietante es lo que veía el conductor delante de él, al menos según Google Maps. Ver un fantasma invertido y deforme del perro que te persigue es más aterrador que ver en tu retrovisor un tiranosaurio intentando comer tu rueda de repuesto.
Aquí toma una curva con la misma expresión que Usain Bolt:
Y aquí lo vemos con la cara de satisfacción al ver que ha logrado su objetivo, el coche ha llegado al final del camino y no tiene escapatoria. Tiene la mirada del tigre:
Por desgracia para todos la carretera acababa ahí, y con él el relato de esta loca persecución digna de una película de Michael Bay.
O tal vez el conductor dio marcha atrás y aplastó al perro y esa imagen distorsionada no es cosa de la cámara, sino que ha acabado como el Coyote después de usar alguna trampa marca ACME.