Justin Wren fue un destacado atleta de Artes Marciales Mixtas con más de 13 victorias en su haber que lidiaba con su adicción a las drogas y sus depresiones constantes. Después de cinco años en lo más alto de la competición y tras un intento de suicidio, tuvo una revelación religiosa y decidió darle un giro radical a su vida ayudando a los demás.
Fue entonces cuando el estadounidense descubrió la realidad de los pigmeos Mbuti del Congo, una etnia sometida por la tribu Mokpala, que les obligaba a trabajar la tierra para ellos sin recibir prácticamente ninguna recompensa por ello. Pero la estrategia que puso en práctica Wren no fue invasiva, al contrario, decidió tender puentes entre las dos culturas y conciliar.
Así, el ex luchador, se asoció con la entidad Water4 y fundó la organización Fight for the Forgotten, una denominación que también usó para titular el libro en el que relató su experiencia, publicado en 2015. A través de la ONG empezó a dar trabajo a la gente local perforando pozos de agua potable y acabando así con la situación de esclavitud del pueblo pigmeo y de sus 'amos' de una manera pacífica.
La experiencia de Wren comenzaba hace ocho años y desde entonces ha realizado varias visitas al Congo, volviendo incluso a pelear en combates benéficos para lograr fondos para los "olvidados" de África Central y poder seguir comprando tierras. Antes de conocer el continente africano, sin embargo, también se embarcó en algunas misiones por el Caribe, pero fueron los pigmeos conquistaron su corazón.
La tribu Mbuti, estos cazadores recolectores cuya altura no supera el metro y medio, ya son parte de su familia. "Los pigmeos están en el último peldaño de la sociedad, no tienen derechos como el resto de los ciudadanos y se les paga por su labor con ropa o con sobras de comida", explica Wren, añadiendo que "los ejércitos rebeldes los han violado y canibalizado".