Con la democratización de Internet surgió un movimiento que aplica el sistema colaborativo a todo tipo de situaciones y acciones. Compartir coche, alquilar casa, obtener financiación particular... No hay nada que no se pueda conseguir con el apoyo de la comunidad, incluso organizar un viaje para visitar Nueva York, que es lo que pensó un conocido tuitero y artista, Pedro alias "Pelloque". Dado que el crowdfunding está tan de moda, ¿por qué no pedir a los seguidores que costeen el viaje? Dicho y hecho.
Pedro comentó la idea publicándola en su cuenta de Twitter. El tweet, y su pertinente campaña, ganaron bastante repercusión, no solo por su alto número de seguidores, también por la polémica que terminó suscitando. Pedir un crowdfunding por una causa justa resulta loable, hacerlo por una cuestión personal quizá no tanto.
La motivación del crowdfunding era "hacer fotos y vídeos para subir a Instagram". Cada uno es libre de expresar sus deseos y de pedir para lo que le parece justo, pero Pedro pronto se tuvo que enfrentar a lo obvio: con la cantidad de causas en el mundo para defender, ¿por qué crear una campaña para satisfacer un deseo personal? Crear contenido para sus redes sociales no parecía lo suficientemente loable.
Dado que Pelloque acostumbra a tuitear en broma muchos pensaron que lo del crowdfunding también lo era. No obstante, la campaña estaba creada y su dueño recibía dinero, tal y como él mismo se encargaba de promocionar.
Como la campaña no iba todo lo bien que su propietario esperaba, fuese o no una broma, Pedro recibió la ayuda de un colectivo habitual en la promoción de todo tipo de causas, especialmente las más surrealistas: Forocoches.
El empuje de Forocoches (seguramente con la intención de "trolear") no tuvo demasiado éxito, tampoco el hashtag. Como se puede corroborar en la página de GoFundMe, mantiene recaudados 11 euros de los 1500 que pedía. Lo que sí ha conseguido Pedro es una buena cantidad de críticas y ataques, gran parte de ellos injustificados. Al fin y al cabo cada cual puede pedir lo que le apetezca; después todos somos libres de aportar o no para sufragar esos deseos.