Que la Navidad cada vez comienza más pronto no es algo que nos pille por sorpresa porque antes de que nos demos cuenta los turrones amenazarán nuestro estómago desde las estanterías del supermercado. La Navidad acecha nuestros bolsillos, nuestros michelines, nuestros buenos recuerdos de cuando éramos niños. Un día estás disfrutando del último día de playa y al siguiente te encuentras rodeado de familia mientras entonas el "A Belén pastores". El término "Navidad" casi se ha diluido, como esa paga de verano que pensabas estirar hasta otoño.
La Navidad está casi encima, que no te engañen los 40 grados a la sombra. Y no hay mejor forma de descubrir su acecho que encender la televisión y encontrarte con el anuncio de la Lotería navideña... en pleno agosto. Que te lleves un décimo de tu lugar de vacaciones en lugar de un souvenir, recomienda la publicidad. Pero no es ese el mensaje que cala en tu cerebro, sino el de que la Navidad acecha. Está cerca. Muy cerca. Aspira hondo y te llegará el aroma, se camufla tras el olor a coco de ese vecino de toalla que se ha embadurnado en protector solar como si estuviese a punto de pasar por la freidora.
La Navidad no es lo único que se acerca al mismo ritmo que la cuesta de septiembre, también lo hace la ansiedad por esa época tan controvertida del año. No sabemos bien por qué nos dejamos llevar por ella, pero al final todos caemos. Sí, tú también: cuando menos te los esperes estarás corriendo por los pasillos del centro comercial en busca de los regalos que aún te quedan por adquirir. "Adelántate a la Navidad", rezan las recomendaciones. Y claro, de tanto adelantarse la tenemos en mitad de las vacaciones.
La Lotería de Navidad está haciendo su agosto
Este es uno de los síntomas que anticipan la recta final del año: podemos comprar Lotería desde julio. Sí, esto no es novedad ya que los décimos llevan amenazando nuestras vacaciones desde hace lustros, pero ha sido ahora cuando la campaña publicitaria se recrudeció. Que cambiemos los souvenirs por un décimo, dice. Cuánto daño ha hecho ese mantra que terminó calando en gran parte de los españoles: "¿Y si cae aquí?". Ya te lo digo yo: por más Lotería que te lleves de todos los lugares donde veranees eso no significa que te vaya a tocar el gordo. Así que mejor llévate la camiseta de "I ♥︎ Benidorm". Te va a costar lo mismo que un décimo y al menos te servirá para usarla de pijama hasta que te jubiles.
La Lotería no es lo único que anticipa la ansiedad por la Navidad. Quizá no tengas un trabajo relacionado con el comercio, pero yo ya he empezado a recibir correos electrónicos anticipando las compras navideñas. Estos son los "Regalos que causan tendencia"; o "Cómo ahorrar en tus compras de Navidad"; también uno muy típico que dice "Anticipa tus compras para no quedarte sin stock". Fue recibirlo y pensar: "Quizá anticipar las compras navideñas por cuatro meses sea excesivo". Entonces caí: cuatro meses...
Puedo intuir en qué estás pensando, seguro que enumeras mentalmente los meses que quedan hasta diciembre. Y es tal que así: en menos de cuatro estaremos inmersos en plena vorágine consumista; de ahí que el bombardeo navideño comience cuanto antes, quieren que nos preparemos para el orgasmo derrochador que se avecina. Justo cuando tuviste que pedir un crédito para pagar la paella familiar que te comiste con la prole en el chiringuito.
Padres con niños, más ansiedad navideña
Quizá la Navidad no se adelante para ti porque obvias los mensajes que se empeñan en distribuir los comerciantes y marcas, pero no resulta tan sencillo escapar de ello cuando tienes hijos. Si la angustia por terminar las vacaciones es dura para ti, que con suerte las habrás disfrutado un mes, imagina cómo es para los peques tras más de tres meses sin pisar un aula. Mi hijo ya anda pensando en el retorno a clase, y eso que aún le queda. Y lo primero que se le ocurrió para diluir el síndrome postvacacional fue "No queda tanto para las vacaciones de Navidad".
Los niños se conforman pensando en la Navidad y a nosotros nos entra la ansiedad pensando en lo "poco" que queda para que lleguen las polémicas fechas. Es entonces cuando caemos en que lo único bueno de la Navidad es ser niño para disfrutarlas. Ya lo dijo un gran filósofo griego: "Los humanos somos insatisfechos por naturaleza y nunca hay polvorones cuando verdaderamente apetecen". Bueno, lo cierto es que lo segundo me lo acabo de inventar, pero seguro que ocurre. ¿Terminaremos comprando polvorones en agosto, junto con horchata y el flotador de unicornio? Ya te anticipo yo que sí, demos un par de años de margen y verás.
En fin, que no importa lo racionales que seamos con el calendario ya que las Navidades son como una digestión de fabada en agosto: se alargan hasta casi el infinito. Parece un chiste, pero habrá un momento en el que la Navidad será la pescadilla que se muerde la cola. Dale cuatro años, dos más de los que anticipo para comprar polvorones en agosto.