Hay personas que tienen miedo al compromiso. Y cuando decimos miedo, queremos decir pánico absoluto e irracional. Gente que a la mínima que ven que algo puede tomar algo de seriedad y requerir algo de tiempo se baten en retirada como los gatos al ver un pepino.
Hay hombres que tienen el instinto de huida tan desarrollado como los felinos y hay pocas tradiciones que generen tantos espasmos como la de lanzar el ramo de la novia en las bodas, que según se dice, quien lo atrape será la próxima en pasar por el altar.
El pasado sábado día 1, en una boda que tuvo lugar en Kettering, Inglaterra. La novia, como suele ser habitual, lanzó el ramo. Las mujeres, como marca la tradición, se pelearon por él. Y la afortunada fue Rachel Besley.
Cuando el novio se dio cuenta, cobró superpoderes. Una voz, muy parecida a la de Gandalf, retumbó en su cabeza. "Huye, insensato". Y como si le hubiera mordido una liebre radioactiva, echó a correr. Correr sin mirar atrás. Porque si miras atrás, estás muerto.
Se desconoce si tras tres días corriendo, Daniel ha parado, si ha vuelto a casa o si está perdido en el bosque. La cerveza no la suelta, que va a necesitar energía y los cereales tienen mucha. Tampoco sabemos si la broma -porque esperemos que sea una exageración- sentó muy bien a Rachel. De hecho, por no saber, no sabemos ni si Daniel sigue vivo o si ha sido descuartizado por una novia enfadada por una broma equivocada.
En todo caso, parece que Rachel tendría que interpretar la broma como una señal de que su amado todavía necesita un poco de espacio. Por lo menos, no está sola:
Hay algunos un poco (un poco) más sutiles:
Hay quienes, directamente, se convierten en un héroe de acción capaces de hacer un dramático tapón a cámara lenta:
Al menos tienen un bonito ramo.