Hay gente a quien le gustan, que los tiene de mascota, incluso quienes se los come. Pero por lo general los bichos no suelen gustar demasiado. Insectos, arañas, gusanos y similares no suelen ser bienvenidos en la mayoría de hogares humanos, de donde suelen ser despedidos a revistazo limpio -o ahora con el iPad-. Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a una pequeña explosión de gente que trata de deshacerse de una araña y acaba quemando su casa.
Por alguna razón, parece que hay personas a los que lo de usar una revista como toda la vida, una zapatilla o en el peor de los casos una escoba es poco y no tienen mejor idea que recurrir a lanzallamas caseros. Usar un lanzallamas en un interior no es particularmente buena idea, y es menos recomendable hacerlo cuando vives en ese interior o te arriesgas a quemar tu casa. Bueno, parece que lo de ver una araña por casa hace perder la razón a algunas personas.
"Hay que quemarlo todo", dijo Ripley.
Tratar de prender fuego a algo que anda por el suelo y las paredes y se puede meter debajo del sofá no es el mejor de las ideas, y no suele acabar bien.
El pasado martes un hombre de Fresno, California, estaba cuidando de sus padres cuando vio que en el exterior del edificio había una serie de arañas que según el eran viudas negras. Ni corto ni perezoso, cogió un soplete y se dispuso a eliminar la amenaza.
¿El resultado? Un escueto mensaje de los bomberos en redes sociales: "por favor no tratéis de matar arañas con sopletes".
La noticia hubiera sido la publicación friki del día si no fuese porque no es ni mucho menos la primera vez. A principios de año un hombre también quemó su casa tratando de deshacerse de una araña en Redding, California. El 17 de octubre de 2017, un hombre te Tucson, Arizona, hizo exactamente lo mismo. Hasta 23 bomberos tuvieron que movilizarse para acabar con las llamas. Por suerte no hubo heridos. En 2014 otro aracnofóbico con soplete causó 60.000 dólares en daños por un pobre arácnido.
Y subiendo el nivel todavía más, una iluminada casi vuela un edificio en Nueva York cuando tratando de deshacerse de los bichos de una habitación montó 24 bombas de insecticida. Como no lo logró, repitió la operación y dejó las bombas sin atender. Una chispa eléctrica bastó para que 61 personas tuvieran que ser evacuadas del edificio tras la explosión que causó.
En 2010 encontramos la que tal vez sea la historia más rocambolesca. Un hombre británico persiguió a una araña gaseándola con insecticida. Esta se escondió detrás del retrete y él aprovechó para gasearla aún más. Entonces, para comprobar si la criatura había muerto decidió iluminar el lugar con un mechero.
Os recordamos que el insecticida es inflamable.
El hombre salió volando y la explosión arrancó la puerta. Pero por suerte solo sufrió quemaduras menores.
Se desconoce el destino de las arañas.