El español, lengua de Quevedo y de José María García. Nuestro idioma ha dado unos insultos -y también unos insultadores- de nivel soberbio. Unas palabras de sonoridad sobrada, contundencia probada y creatividad renacentista. Sin embargo, en los últimos años estamos viendo como muchos de estos insultos se pierden.
Hoy todo es "hijo de puta" o "gilipollas". Casi como nos pedían los chicos de Muchachada Nui. "Hijos de puta, niños, siempre hijos de puta", decían.
Y una cosa es verdad, hay pocas combinaciones de letras en este nuestro idioma que te dejen en un estado de paz interior como mentar la -muy honrada por otra parte- profesión de la madre de nuestro interlocutor.
Pero Quevedo ya nos demostró que la falta de respeto también puede ser un arte. Hace unas semanas El Reto Histórico ya realizó un magnífico recopilatirio de insultos de hace 400 años en el que figuran joyas como bultuntún, cagalindes, gaznápiro, lechugino, tragasantos o vidaperdurable.
Pero no hace falta irse a 1600 para encontrar palabras así. Por suerte, una alianza de tuiteros se ha unido para que algunas joyas no desaparezcan de nuestras vidas, de nuestras calles, de nuestras escuelas.
No dejemos que nuestros niños no conozcan estas perlas lingüisticas.