Nos está costando muchos siglos, pero poco a poco el ser humano va entendiendo que la violencia es mejor dejarla aparcada y que hay que apostar por el diálogo y la diplomacia para resolver nuestros conflictos. Por suerte cada vez son más los padres que apuestan por educar a sus hijos con estos valores. Sin embargo el problema es cuando estos se encuentran con el retoño de alguien que no está haciendo el mismo trabajo.
La violencia es el último recurso recurso del incompetente, decía Isaac Asimov. Y no le falta razón, pero también es verdad que muchas veces ahí fuera nos encontramos con gente que agota de forma sistemática nuestras competencias.
Así las cosas, una madre vio que todos sus intentos por lograr que un compañero de su hijo le dejase de llamar lindezas como "mariposa", "palomo" o "flor". Así que decidió mandar un mensaje a la tutora dirigida a la madre del susodicho. Las reglas han cambiado:
Tras exponer la situación de una forma más que correcta, y después de explicar que ella siempre ha querido que su hijo renunciase a la violencia, expone la nueva situación: "Me veo en la obligación moral de comunicarles que, a partir del día de mañana, mi hijo tiene total y absoluta aprobación por mi parte para agredir físicamente a su hijo cada vez que este le ataque".
"Solo quería dejar constancia que ante la actual situación y de que no haya servido de nada hablar con el profesor, ya que su hijo no atiende a razones, mi hijo tiene permiso, es más su madre le anima a que demuestre a su hijo que es una persona con el mismo derecho a merecer respeto a que las demás a base de hostias. Siento haber tenido que llegar a este punto, un saludo".
¿Creéis que la madre ha hecho lo correcto?