Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que ocurrió aquel 1 de febrero de 1959 en los montes Urales. La muerte de nueve jóvenes excursionistas todavía sigue sin explicación 60 años después de que se hallasen sus cuerpos en una zona entre la República de Komi y el óblast de Sverdlovsk, en Rusia. Su tienda apareció rasgada, sus cuerpos semidesnudos a pesar de las temperaturas gélidas, e incluso a uno de ellos le faltaba la lengua. Las teorías que intentan explicar el conocido como Incidente del Paso Diátlov no han dejado de surgir, pero ninguna de ellas ha podido confirmarse: ¿estamos ante uno de los misterios más inquietantes del siglo XX?
El informe oficial, que no se conoció hasta la caída del bloque soviético en 1990, recogió que "una fuerza desconocida e insuperable" había causado las muertes de los ocho jóvenes estudiantes y el guía local que los había llevado hasta la montaña Kholat Syakhl, un nombre en dialecto local que significa Montaña Muerta. Los síntomas de hipotermia y los politraumatismos eran evidentes, pero la disposición de los cuerpos, que fueron encontrados días más tarde por una expedición conformada por militares, vecinos de la zona y compañeros estudiantes de los jóvenes, propició todo tipo de hipótesis.
La primera consecuencia del suceso es que la zona se cerró durante tres años prohibiéndose el acceso a esquiadores y montañeros, fue después cuando se rebautizó como Paso Diátlov en honor a Igor Dyátlov, el líder de la expedición.
Un error de cálculo
Los nueve jóvenes estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales tenían entre 20 y 24 años, eran dos mujeres y siete hombres, junto a un guía local, un hombre de unos 38 años veterano de guerra. Este tenía la misión de conducirlos hasta la montaña Gora Otorten, un pico de 1.234 metros en el que iban a practicar esquí, situada a unos 10 kilómetros de donde ocurrió el fatal desenlace. En aquella época del año, con nieve y temperaturas extremas, la ruta adquiría la Categoría III, la más complicada.
El 25 de enero llegaron en tren a la ciudad de Ivdel y una camioneta se ofreció a llevarlos a Vizhai, el último asentamiento habitado antes de empezar su ruta. Se pusieron en marcha el día 27 y, un día más tarde, uno de los jóvenes, Yuri Yudin, decidía abandonar la expedición por una lumbalgia. El grupo quedaba entonces reducido a nueve personas y Yudin, que falleció en 2013 a los 75 años, sería el único superviviente.
Los diarios y las cámaras de fotos que llevaban han ayudado a reconstruir los días previos. Fue el 1 de febrero cuando comenzaron a atravesar el paso para llegar al campamento base, sin embargo, un error de cálculo les hizo desviarse al oeste. Ese inconveniente sumado a un temporal de nieve forzó la decisión de establecer su campamento en la ladera de la montaña Kholat Syakhl, de donde ya no saldrían.
El inicio de la búsqueda
Dyátlov se comprometió a enviar un telegrama al club de montaña de la universidad sobre el 12 de febrero para dar señales de vida, pero esto no sucedió. Ocho días más tarde se organizaban los primeros grupos de estudiantes y profesores voluntarios para ir en su busca. Fue el 23 de febrero cuando las autoridades abrieron la investigación oficial y el ejército se unió al operativo junto a vecinos de Ivdel.
Encontraron el campamento el día 26, la tienda muy dañada y llena de cortes que se habían hecho desde su interior. A unos 600 metros aparecieron los primeros cadáveres bajo un pino. Dos de los chicos, descalzos, en ropa interior y tumbados boca arriba junto a los restos de una hoguera. La sangre que había en el tronco de un árbol indicaba que habrían intentado subirse a él. Cerca de ellos, el equipo encontró otros tres cadáveres, el de una mujer y otros dos hombres.
El propio Dyátlov era uno de ellos. Este tenía una rama agarrada con una mano como si se estuviese defendiendo de algo con ella. Según el informe, se cree que los tres estaban intentando llegar de nuevo al campamento y se constata que llevaban más ropa puesta que sus compañeros, pero tampoco tenían calzado. La búsqueda de los otros cuatro no dio sus frutos hasta dos meses más tarde, el 4 de mayo.
Sepultados bajo unos cuatro metros de nieve, a unos 75 metros del árbol en el que encontraron a los dos primeros, la chica apareció de rodillas con el pecho en una roca. No tenía lengua. Estos cuatro cadáveres estaban mejor vestidos que el resto de los montañeros.
"¿Qué pasó realmente con mis amigos?"
La autopsia de los cinco primeros cuerpos no halló lesiones que hubiesen podido provocarles la muerte, concluyendo que fallecieron por hipotermia. Pero los otro cuatro cuerpos tenían heridas y contusiones mortales. Por si fuera poco, también presentaron restos de radioactividad en la ropa. ¿Causa de la muerte? Politraumatismos provocados por causas no determinadas.
El caso se cerró después del entierro. Las familias declararon que los jóvenes tenían un tono marrón en la piel que no podían explicar. El último que los vio con vida, su compañero Yuri Yudin, afirmaría tiempo después que "si yo tuviera la oportunidad de hacerle a Dios una sola pregunta sería, ¿qué pasó realmente con mis amigos esa noche?".
En 1967 el escritor ruso Yuri Yarovoi, que participó en la búsqueda y ejerció de fotógrafo oficial, escribió una novela inspirada en el suceso, pero no pudo burlar la censura de la época y se ciñó a la causa oficial. El material que tenía archivado sobre el caso, incluyendo sus diarios y las imágenes, se perdieron cuando falleció en 1980.
No fue hasta la caída de la URSS, en 1990, cuando se hicieron públicos los registros oficiales. Sin embargo, el periodista Anatoly Guschin, el primero en investigar los documentos, cayó en la cuenta de que muchas de las páginas habían desaparecido. En su libro, muy criticado por algunos investigadores que lo acusaron de alimentar especulaciones, defiende la hipótesis de un "arma experimental soviética".
El policía que dirigió la investigación oficial, Lev Ivanov, afirmó que no tenía ninguna explicación racional para lo sucedido en la montaña aquella noche y aseguró que recibió órdenes de sus superiores para acabar con las pesquisas y guardar el material bajo llave con la intención de que nadie pudiese hurgar en él. Existe una Fundación Dyátlov, creada al amparo de la Universidad Técnica Estatal de los Urales -donde estudiaban los fallecidos- que tiene como objetivo reabrir la investigación y mantener un Museo para "perpetuar la memoria".
Decenas de hipótesis y muchas dudas
Los científicos todavía no han llegado a obtener una explicación que pueda unir todas las piezas del rompecabezas. Se habló de una posible avalancha en el lugar, pero no hubo evidencias físicas en el terreno. También se manejó la teoría de que en la zona se pueda dar un fenómeno conocido como calle de vórtices de von Kárman que produce un infrasonido con capacidad para provocar ataques de pánico. No se descartan, tampoco, la realización de pruebas militares en la zona o las operaciones secretas del KGB.
También se ha investigado si sufrieron un desnudo paradójico, una reacción a la hipotermia que produce una falsa sensación de calor. La presencia de extraterrestres, el avistamiento de ovnis o incluso el Yeti ruso también se han barajado como causas. Asimismo, la Wikipedia recoge otras teorías como que fueron asesinados por una tribu local, confundidos con unos fugados de un Gulag próximo, intoxicados por setas alucinógenas o víctimas de un experimento de teletransporte.
La última hipótesis en sumarse a la lista recientemente es la un investigador aficionado, Valentín Degteriov. Él afirma que todo responde a una crisis sentimental al haber llevado a una expareja y eso habría propiciado el inicio de una fuerte discusión que habría acabado desencadenando toda la tragedia. Lo que sí está claro es que, de momento, tendremos que seguir conformándonos con la especulación y el misterio.