"¿Cómo se borra el móvil de una hermana que murió?": la dificultad del duelo en el siglo XXI
En la Jungla. La omnipresencia de las personas en nuestros teléfonos hace que su pérdida sea más difícil de superar.
17 febrero, 2019 00:27Perder a un ser querido siempre ha sido difícil, y cada vez lo es más. Mientras hace unas décadas la gente estaba acostumbrada a convivir con la muerte, con los avances de la medicina la hemos ido arrinconando hasta convertirla en un tabú. Ahora, con las nuevas tecnologías superar el duelo puede hacerse un poco más complicado.
El periodista David Martínez puede dar fe de ello a raíz de la experiencia de un amigo suyo, Pablo Francescutti, quien perdió a su hermana de forma repentina.
Me comentaba un amigo lo difícil que es ahora despedirse de los muertos. Sus fantasmas digitales viven en la lista de contactos de WhatsApp, en las fotos de Facebook, en sus tuits...Y es doloroso. ¿Cómo borrar su huella sin hacer más profunda la pérdida?
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) February 7, 2019
Estos fantasmas inspiraron un emotivo hilo. "Siempre es difícil superar una pérdida pero sí es cierto que ahora parece más complicado enterrar a los difuntos, que habitan en forma de fantasmas digitales en smartphones, discos duros, PCs, etc. El olvido se complica cuando guardas en tu bolsillo los mensajes de WhatsApp de la persona de los dejó", explica a EL ESPAÑOL.
"Antes guardábamos en la cartera la fotografía de la persona fallecida o lo enmarcábamos para ubicar en el salón de nuestra casa. Es un problema más cuantitativo que cualitativo. Si no gestionamos bien su huella digital (solicitando cierres de cuentas, descargando sus fotografías o botando sus contactos) es muy difícil escapar de su presencia virtual", asegura.
¿Cómo se borra del móvil a una hermana que murió? Ver su número entristece pero genera la absurda ilusión de estar a una llamada de distancia. Eliminar su rastro en el smartphone es sufrir de nuevo el duelo, es volver a enterrarla.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Y descargar sus fotos de las redes sociales...una a una, recordando cada momento pasado con ella. Y saber que no habrá más. Qué tortura cada segundo de descarga, qué pesadilla de internet cuando ya no te conecta con quien quisiste.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Y a veces llamas, por costumbre, sin esperar que te conteste, y permaneces un rato escuchando la nada. Y mandas un mensaje que nunca se ilumina con esa doble aspa azul. Pero envías otro porque da igual. No importa que ella ya no pueda leerlo, importa que tú puedes enviarlo.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Y pasan los días y sigues mirando su última conexión a Whatsapp, que es la del día antes de su muerte. Porque el desenlace fue repentino y horas antes mandaba y recibía mensajes de cariño. Y la foto de su perfil es de cuando aún tenía ese hermoso pelo. El que perdió.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
“Llámame un día, imagina que te contesto”, bromeaba. Pero no contesta nunca y es insoportable su silencio. ¿Y cómo silenciar el silencio? A veces leo todos sus mensajes, los que nos mandamos cuando discutíamos porque se rendía y yo no quería que lo hiciera.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Y no se rindió...¿pero qué más da? Nadie honró su féretro con una bandera ni sonaron marchas militares. Solo la metieron en un horno y nos la devolvieron en un recipiente de plástico, como si fuera comida para llevar. Y nos la llevamos. Bueno, nos llevamos eso que no era ella...
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Y ahí sigue su móvil, en la mesilla. Siempre con la batería cargada por si...Ya, qué estupidez. Pero siempre cargada, hasta que reúna el valor para borrar su número, sus mensajes y sus fotografías. Y tiraré ese móvil y será entonces cuando se irá. Y no habrá más.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Ha pasado apenas un mes pero, si no veo sus fotografías, apenas ya la recuerdo. Solo la forma general de la cara, algún gesto, como una imagen creada por una inteligencia artificial. Rara, no es ella aunque se parece. Pero no huele, no brilla. Prefiero repasar su Instagram.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Por cierto, la enterramos en 23 de diciembre, no quiso llegar a Navidad, quizás porque era muy atea. En fin, está guapa en su foto de perfil, sonriente. Es de antes de que la atrapara el monstruo. Un día la borraré, pero no será hoy.
— David Martínez 🗞 (@dmartinezpr) 7 de febrero de 2019
Eliminar el contacto de la agenda se ha convertido en un nuevo funeral. "Quizás sea un segundo entierro, que alarga aún más el duelo y haciendo más difícil que nos acostumbremos a la pérdida", dice David. "Parece que, como siempre, solo hay una vía: dejar que el tiempo cure la herida. Pero para ello hay que despedirse, también en el mundo digital".
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