Los homosexuales llevan años de ventaja con respecto al resto de la humanidad. Al menos en cuestión de ligues virtuales. Para cuando Tinder se estrenó en la App Store en septiembre de 2012, aplicaciones como Gay Romeo o Manhunt ya contaban con más de una década en el negocio de reunir a hombres que buscaban sexo con otros hombres. Se trataba de webs diseñadas para plataformas de escritorio, mucho antes de que surgiesen los primeros teléfonos inteligentes.
Si el primer iPhone sale a la venta en 2007, Grindr nace apenas dos años después para revolucionar el mercado de las citas online para chicos gays o bisexuales. Esta es una distinción importante. A día de hoy, la oferta de aplicaciones para ligar por internet es mucho más reducida para las mujeres lesbianas, y especialmente excluyente para personas transgénero o aquellas que se identifiquen de forma diferente dentro del espectro queer.
La aparición del móvil de Apple fue imprescindible para construir el sueño de Joel Simkhai, el artífice de Grindr. Este economista israelí buscaba una forma de geolocalizar a sus posibles ligues, una característica que revolucionó la forma de conocer a gente de forma virtual. Mediante la ayuda de un programador y un préstamo de 2000 dólares diseñó la aplicación. Hoy cuenta con más de siete millones de usuarios por todo el mundo y numerosas copias, como el propio Tinder.
Como contaba Roberto Enríquez -Bob Pop- recientemetnte en Late Motiv, una parte considerable de los usuarios de Grindr son excluyentes a la hora de buscar posibles parejas. Este no es un hecho casual. Como en cualquier otra app de ligue, su diseño permite una mercantilización de las relaciones afectivo-sexuales al disgregar de forma inmediata tu altura, peso, rol sexual o estado serológico. Esto fomenta en muchas ocasiones la búsqueda de un determinado tipo de cuerpo o actitudes normativas.
De esta forma se rechazan los intentos de ligue de aquellos usuarios que no siguen la norma, y como consecuencia se crea un círculo vicioso de complejos y estereotipos dentro de la comunidad LGTB+. En el Tumblr Douchbags of Grindr (Gilipollas de Grindr, literalmente) se recopilan perfiles y conversaciones donde se expresan preferencias sexuales en función de la raza o el tipo de cuerpo, así como conversaciones en chats que reflejan ideas bastante tóxicas sobre la masculinidad.
La universidad de Columbia (Nueva York, EEUU) publicó en 2009 este artículo sobre la estereotipación del sexo basado en la raza, también en internet. Los participantes del estudio tildan a los usuarios asiáticos de "afeminados", mientras que se espera que acostarse con un hombre latino sea siempre satisfactorio. En definitiva, se estereotipan y objetivizan razas. El artículo también indicaba que muchos usuarios blancos no se acostarían con un hombre hispano o de raza negra si su color de piel fuese demasiado oscuro.
La modelo y activista británica Munroe Bergdorf se hizo eco de las protestas de los usuarios. En julio de 2018 subió una serie de tuits donde denunciaba el racismo imperante en la app. Poco después anunciaba en Instagram que la cúpula de Grindr había contactado con ella para discutir una serie de cambios en sus políticas de comportamiento.
Esta reunión se tradujo en un lavado de imagen mediante la creación de Kindr, un juego de palabras con el término kind (amable). La iniciativa se ha traducido en la creación de un canal de YouTube y otros perfiles donde se discute el racismo dentro de la plataforma.
Las cosas han cambiado rápidamente para la app en los últimos años. La compañía china de entretenimiento Kunlun adquiere a principios de 2016 el 60% de Grindr. La compra ascendió a los 85 millones de euros. Entre otros productos, esta compañía asiática posee el navegador Opera. Exactamente dos años más tarde, Kunlun compra el resto de la compañía. Un multimillonario chino heterosexual, Zhou Yahui, se convierte en el CEO temporal de la aplicación.
Ha habido novedades en las horas posteriores al décimo aniversario de Grindr. Según informa Reuters, el Comité para la Investigación Extranjera de Estados Unidos (CFIUS) ha expresado su preocupación por la enorme cantidad de datos personales a los que tendría acceso el gobierno chino a través de Kunlun. No es para menos: Grindr recolecta información de 27 millones de usuarios por todo el planeta respecto a su geolocalización, preferencias físicas y conversaciones o fotografías sin apenas filtro. De acuerdo con la noticia, la administración Trump ha presionado a las autoridades asiáticas para que Grindr vuelva a manos norteamericanas a través de un fondo de inversión.