Las redes sociales nos han traído una peculiar nueva fauna, desde trolls hasta youtubers. Pero posiblemente de todas las criaturas que habitan este fabuloso mundo digital, quizá los más amados y odiados de forma simultánea son los influencers. Esos personajes que se dedican a publicar fotos -sobre todo en Instagram- colándonos de forma más o menos poco sutil publicidad entre su contenido.
"Que se busquen un trabajo de verdad" es posiblemente una de las frases más repetidas sobre los influencers. En contra de lo que muchos puedan pensar, hay mucho más trabajo detrás de esas instantáneas que ir a un sitio, tirar una foto, ponerle un filtro y subirlo a Instagram. Si se hace bien, detrás hay un trabajo de estrategia, análisis de la audiencia y planificación de contenidos. Sin embargo siempre hay quien no hace nada de esto o quien, en una rabieta, transmite la imagen de vagos que muchos tienen de los influencers.
Eso es exactamente lo que hizo Jessy Taylor. Esta americana de 21 años tenía una cuenta con 113.000 seguidores, que fue eliminada el pasado 4 de abril. ¿Su reacción? Subir un vídeo a su canal de YouTube, llorando y disparando frases como "no soy nadie sin mis seguidores. Nadie".
"No quiero ser como el 90% de la gente que trabaja de 9 a 5, eso no es para mi", decía. "A la gente que me reporta la cuenta, pensadlo dos veces porque me arruináis la vida. Gano todo mi dinero online", dice antes de explicar que había trabajado como prostituta y que su familia le había abandonado y que todo el mundo en su vida le ha traicionado. "Ninguno de vosotros duraría en mi lugar".
"No tengo ninguna habilidad y debo 20.000 dólares en créditos universitarios, por lo que no podría volver a la universidad aunque quisiese. Trabajaba en en McDonalds antes de hacer YouTube o Instagram. Antes era una perdedora. No pasa nada por trabajar en McDonalds, pero no quiero volver allí. No tengo ninguna cualificación y no podría tener un trabajo normal. No valgo nada, no aporto nada. Cero. No aporto nada, siempre me despedían. No soy material de trabajo, así que dejad de reportar mi cuenta", dice, con algunos tacos y palabras malsonantes aderezando casi cada frase.
Un fan salió al rescate, cediéndole una cuenta que tenía unos 8.000 seguidores y más tarde recuperó su cuenta principal, fundamentalmente compuesta por fotos como esta:
En declaraciones a Business Insider aseguró que sintió como si fuese un "homicidio". "Fue como si alguien me asesinara y luego fuese a Internet a decir "he matado a esta chica". Llamé a la policía y se lo dije, pero me dijeron que no puedes comparar un asesinato con esto. Y yo les dije que no, que era exactamente como se siente".
Taylos aseguró haber ganado 500.000 dólares en tres años como influencer, pero "ese dinero no dura. Vas a Gucci unas cuantas veces, pagas unos meses de alquiler... ya no soy tan rica como solía ser".
Pero ¿por qué su cuenta fue eliminada? Es posible que actitudes como la que se puede ver en este vídeo tengan mucho que ver. En él no deja hablar e insulta a una chica por ser negra, justo antes de declararse abiertamente racista.
Taylor aseguró que otros influencers pueden ser polémicos y decir barbaridades sin consecuencias y volverse más populares. Parece que ella intentó seguir el mismo rumbo que, por ejemplo, PewDiePie (sale mal). "En ese momento no tenía muchos seguidores, así que pensé que si decía eso tal vez podría conseguir más". Pero ni siquiera en Internet todo vale.
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