El globo terrestre más antiguo que se conserva data de 1492 y fue elaborado por Martin Behaim, un navegante alemán que además era cartógrafo y comerciante. Los astrónomos de la Antigua Grecia ya habían llegado a la conclusión de que la Tierra era esférica en el siglo III antes de Cristo, así que los historiadores creen que ya en esa época habrían surgido las primeras bolas del mundo. Sin embargo, ninguna de ellas llegó hasta nuestros días, solamente la constancia de una construida por Crates de Malos en la actual Turquía en el siglo II a.C.
Ahora se fabrican en una cadena de montaje completamente automatizada, pero hasta no hace muchas décadas, su proceso de elaboración era completamente artesanal. Precisamente, el vídeo que muestra las imágenes de una fábrica de globos terráqueos que funcionaba en 1955 nos enseña paso a paso cómo convertían una esfera de madera en un mapa circular. Se trata de un documento audiovisual que forma parte del archivo de Pathé News, la productora británica que estuvo en activo de 1910 a 1970. El reportaje se ha hecho viral en los últimos días a través de las redes sociales.
El British Pathé, como se conoce a la colección de películas de la productora fundada por el pionero de las películas en movimiento Charles Pathé, está totalmente digitalizado y disponible en Internet. Así, cualquiera puede sumergirse en la magia de otros tiempos, como ocurre con el vídeo que nos ocupa, que abre la puerta al maravilloso proceso de creación de los globos tras la Segunda Guerra Mundial, cuando todavía abundaban las industrias manufacturadas.
De la madera a la pintura
El narrador va enumerando cada parte del proceso con un entusiasmo llamativo. Desde el primer acto, cuando aparecen en escena las grandes bolas de madera que colgaban de las paredes de la fábrica por unas varillas que, más tarde, servirían de eje para la rotación. Tocaba llenarlas de cola y recubrirlas de papel para lograr una cubierta blanda en el primer paso.
Después se añadirían papeles más duros, una especie de cartón previo al yeso, que también se embadurnaba a mano y con la única ayuda de una máquina que hacía rotar la bola para eliminar el exceso de material.
Con una esfera casi perfecta y completamente lisa, llegaba el momento de colocar las tiras impresas, con su característica forma de gajo, sobre la superficie. Contaban para ello con ayuda de un poco de cola y, suponemos, una vista de lince para no equivocar fronteras. Las pequeñas hendiduras que pudieran quedar entre las tiras se repasaban también a mano pintando con el color adecuado para hacerlo uniforme.
Finalmente, se les daba una capa de barniz y se dejaba secar. En total, confeccionar una sola bola podía llevarles un total de seis horas, pero eso no les impedía fabricar la friolera de 60.000 al año. Eso sí, las había tanto físicas como políticas y de otros tipos. Ahora, como podemos comprobar en este vídeo fechado en 2012, el trabajo artesanal quedó completamente atrás:
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