Lady Distopía, la tuitera del 'surrealismo mágico' que enamora a miles en la Red
En La Jungla. A partir de fotografías en blanco y negro crea relatos en su cuenta, donde la leen a diario más de 8.400 personas.
1 junio, 2019 01:29Noticias relacionadas
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Su primer tuit, en octubre del año pasado, hablaba del “famoso tornado” que había asolado la mitad del condado de Lipszig en 1873. El mismo que convirtió en maniquíes a toda su población, compuesta exclusivamente por mujeres. En la foto, en riguroso blanco y negro, se podían ver las cabezas de estas señoras pidiendo auxilio tras la ventana.
Tras el famoso tornado que asoló la mitad del condado de Lipszig en 1873, toda la población, compuesta en aquel entonces exclusivamente por mujeres, se convirtió en maniquí. Aún a día de hoy se las puede observar asomadas a las ventanas de sus casas, tratando de pedir auxilio. pic.twitter.com/2PSxxwie7E
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 6 de octubre de 2018
Lady Distopía abre cada día una ventana en las redes sociales para que cojamos aire, aunque solo sea por unos segundos, y que la brisa nos lleve lejos de la controversia diaria que se respira en Twitter. Con más de 8.400 seguidores, también cultiva Facebook e Instagram, además de una web propia en la que encadena relatos sin el corsé del límite de caracteres agazapada igualmente, eso sí, detrás de su seudónimo.
“Para mí es más cómodo y, sobre todo, más natural”, explica a EL ESPAÑOL esta mujer a la que la escritura sí le da de comer, aunque de otra forma: “No son relatos cortos ni tiene nada que ver con lo que hace Lady Distopía. Yo no escribo en absoluto como ella. No tengo ese tono ni utilizo ese tipo de atmósferas cuando escribo. Así que creo que tiene más sentido que no se conozca mi nombre. Luego, además, soy increíblemente tímida y de esta manera me siento más libre de hacer lo que me da la gana. Me encanta que nadie me vea”.
Aquellas personas que la seguimos desde hace un tiempo nos la imaginamos como alguna de las protagonistas de sus distopías, en blanco y negro, recortando una foto de una revista sobre la mesita redonda de un pequeño café o, quizás, mirando absorta a través de una lupa la columna de algún periódico. Antes de llegar a Twitter había publicado novelas, relatos en medios y en blogs. Ahora, desde el mes de marzo, colabora también en La Marea llevando hasta sus páginas su característico surrealismo mágico.
Broken City, localidad situada al oeste de Tulsa, Oklahoma, se hizo mundialmente conocida durante la fiebre del oro, porque todos sus habitantes sentían diariamente la enorme necesidad de subirse un ratito a una escalera con el cesto de la ropa sucia, entre las 17 y las 21 horas. pic.twitter.com/ovhdxEf45B
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 11 de octubre de 2018
Tras 43 años reunidos, los miembros del jurado de la XVIII Edición del Torneo Australiano de Baño de Osos de Peluche, ha decidido que queda desierto debido al empate entre 7 contrincantes. Se les ofrecerá la posibilidad de revancha en la siguiente edición, celebrada hace 42 años. pic.twitter.com/EUb6nDnWEp
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 21 de noviembre de 2018
El cartero Orlando Lima no necesitaba leer las direcciones de las cartas que tenía que entregar, con olerlas le bastaba. También su olfato le permitía saber si traían malas o buenas noticias, el estado de salud del remitente, si las escribió en pijama y su capacidad pulmonar. pic.twitter.com/hJIfe10quB
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 26 de noviembre de 2018
En 1952, en Brooklyn se puso en marcha una ordenanza municipal que prohibía tender la ropa fuera por cuestiones estéticas. Los vecinos, en señal de protesta y ante la estrechez de sus casas, respondieron con rotundidad.
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 6 de enero de 2019
El resultado se convirtió en seña de identidad del barrio. pic.twitter.com/rTQ0Cs3Occ
Nadenka Záitsev, profesora de primaria, se llevaba una vez al mes a sus alumnos a recorrer el mundo. Salían por la mañana y regresaban al anochecer. A veces no les daba más que para llegar al lago Teletskoye, pero les ocurrían tantas cosas, que un solo día lo convertían en diez. pic.twitter.com/kGP57wiq9n
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 20 de marzo de 2019
"No elijo yo, elijen las imágenes"
A Lady Distopía su afición por unir fotos y palabras le viene de pequeña. “En la cocina de casa de mis padres las paredes estaban llenas de pósteres enmarcados de exposiciones de arte y escribía relatos. Supongo que viene de ahí, porque lo he seguido haciendo desde entonces”. Comenta que hay momentos en los que es la imagen lo que le inspira, pero en otras ocasiones, rebusca la que mejor se ajusta a lo que tiene en mente.
“A veces me enamoro de una imagen y trato de resolver qué ocurre en ella y, otras, busco la foto que pueda acompañar a lo que me ha venido a la cabeza. Así varío y me distraigo. Para mí es un ejercicio mental muy bueno. Como resolver un puzle”, confiesa. En vez de una cajita de hojalata o un viejo álbum de fotografías, ella revuelve en las webs como si fueran una suerte de mercadillo: “Siempre me ha gustado coleccionar imágenes curiosas, así que ya tengo bastante experiencia buscando y encontrando rarezas”.
A la altura del número 37 de West Highland Blvd, en Milwakee, Wisconsin, en los días lluviosos aún se pueden observar las sombras de Kenny, Edgar, Winston y Tyler, los 4 niños que desaparecieron tras el mayor tornado que ha asolado la región, de los que solo quedaron los zapatos. pic.twitter.com/GVV7CKgqtc
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 10 de octubre de 2018
Miranda Ripoll, traductora de inglés y portugués, descubrió durante una mañana de playa, que los lunares de la espalda de su marido no estaban colocados al azar, sino que formaban un texto en braille que cambiaba cada día, coincidiendo con su horóscopo diario del periódico local. pic.twitter.com/fsNG8ChUbj
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 24 de enero de 2019
Las personas, reconoce, son fundamentales en sus distopías. Si no aparecen en la imagen, “hago que salgan al escribir la historia”. Otra de sus señas de identidad -además de un lenguaje que evoca las narraciones de los viejos documentales o, quizás, también pueda recordarnos a la voz en off del comienzo de Amelie-, es la nacionalidad de los personajes, sus nombres propios. “No la elijo yo, la elijen las imágenes. Si en la foto aparece una tienda con un letrero en italiano, no le pongo al personaje un nombre en inglés o español. Ellos pertenecen al lugar que habitan en esas imágenes”.
Por el momento, todavía no ha aparecido ninguno de sus personajes de carne y hueso (o sus descendientes) a presentarse ante ella y contarle su verdadera historia que, quién sabe, podría superar a la ficción. Sin embargo, Lady Distopía mantiene que cree “que a todos mis personajes me los cruzo constantemente a lo largo del día”.
Echaba tanto de menos a su marido, fallecido hacía ya años en el pesquero en el que salía a faenar, que aún soñaba con verle aparecer por el horizonte. Y por las tardes, tendía la ropa con la que se iba acostar, para que oliera a brisa y a mar, y así dormir abrazada a su olor. pic.twitter.com/HbIkQ6EpF8
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 8 de diciembre de 2018
Rosario Cuesta soñaba con que su vida cambiase. No sabía cómo ni hacia dónde tirar. Pero todas sus pequeñas rutinas le provocaban una angustia que solo conseguía reparar cuando cambiaba el viento. Por ello, al ver que la ropa tendida volaba en otra dirección, sonreía esperanzada. pic.twitter.com/Xfjrq6sESH
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 24 de febrero de 2019
Concetta Salerno se había casado con un hombre empeñado en mantener las ventanas cerradas cuando ella solo pensaba en ventilar. Tras el divorcio, él la invitó a su apartamento, donde lo único que había era un retrato de su abuelo, un viejo sofá sin estrenar, y una ventana abierta pic.twitter.com/BqlzD0P1H2
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 15 de abril de 2019
Literatura y ¿realidad?
Parece evidente que solamente escribe ficción, pero este extremo no está tan claro para todo el mundo y eso no es algo fácil con lo que lidiar. Por poner solo un ejemplo:
Cuando los trabajadores de Częstochowa, en Polonia, se enteraron de que los empresarios de la ciudad habían mandado construir un metro subterráneo para no tener que cruzarse con ellos por las calles, se rebelaron y crearon una red de carriles suspendidos, para robarles el cielo. pic.twitter.com/T3rbuIbD8o
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 21 de febrero de 2019
“Me han enfadado algunas personas que pensaban que estaba ‘manipulando la historia’ y cosas así. Además, cuando me ha pasado, ha sido con relatos absolutamente inverosímiles. En este, en concreto, una chica me acusó de mentir e insistía en que yo estaba actuando con mala fe al añadirle una imagen que aportaba credibilidad a la historia cuando, en aquella imagen en concreto, aparecían personas caminando sobre los cables eléctricos que cruzaban por encima una ciudad. Fue bastante surrealista”, recuerda.
Lejos de esperar semejante éxito en Twitter, a Lady Distopía le ha sorprendido muchísimo la acogida: “Me deja completamente alucinada, la verdad”. Sin embargo, no se abruma porque, sostiene, “tampoco tengo yo ninguna pretensión de nada más que la de distraerme. Pero sí, me da un poco de pudor a veces, o de vergüenza. No siempre me gusta cómo quedan los relatos, y que tengan tanta repercusión, me da vergüenza muchas veces”.
De hecho, ahora, su popularidad ha crecido tanto que incluso otros tuiteros le piden que ponga palabras a sus fotografías:
En la posguerra, Lázaro Redondo robaba neumáticos para los perros del barrio que empezaban a cojear en señal de desnutrición. Estos se los colgaban al cuello en señal de agradecimiento, esperando que un día este hombre se diera cuenta de que lo que necesitaban realmente era comer https://t.co/FvkLvDtcal
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 20 de diciembre de 2018
Carla y Marco Woodle pasaban las noches en vela observando a sus padres ensayar sus números de circo, mientras desenredaban los misterios de las constelaciones que se organizaban en el interior de la carpa, entre estrellas de cartón, luces de colores y los reflejos de la luna. https://t.co/hHtsGLeGu8
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 10 de enero de 2019
También, desde sus distopías, no ha querido renunciar a lanzar mensajes comprometidos con el feminismo y la política, usando el arte como revulsivo y agitador de conciencias. A veces de un modo sutil y, otras, algo más directo:
Milton Eaglestone inventó esta máquina registradora que contabilizaba las muertes provocadas por el sistema capitalista. Murió en extrañas circunstancias al caerle un hacha sobre el cuello y partirle en dos, cuando paseaba por una zona despejada del bosque de Clught, en Alaska. pic.twitter.com/TD1XeVm9Lt
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 8 de octubre de 2018
Tal día como hoy en 1894, las mujeres de la familia McLaren decidieron retratarse posando de espaldas, en señal de protesta ante la falta de medidas para frenar el avance del tifus y el cólera. Desde entonces, ninguna mujer de esa familia ha vuelto a fotografiarse de frente. pic.twitter.com/rQlFsi1dOj
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 9 de octubre de 2018
Eleonor Harvey Planckett patentó en 1903 el secador de tres velocidades, capaz de secarte el pelo, alisarlo, darle mayor volúmen, borrar malos recuerdos, acabar con los remordimientos y terminar con cualquier sensación de culpa. Pronto fue prohibido su uso por la Iglesia Católica pic.twitter.com/9wZJrBtBjn
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 15 de octubre de 2018
Tal día como hoy en 1947, Lola Laos (en la imagen, muy sonriente, la primera de la izquierda) batió el récord del XIV Certamen Anual de Colchones Ensangrentados, organizado por la Asociación Norteamericana de Mujeres Blancas Que Se Pasan El Sueño Americano Por El Arco Del Triunfo pic.twitter.com/qJsUvcLv3s
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 26 de diciembre de 2018
A esta foto no le hace falta que le añada yo ningún texto. pic.twitter.com/usKY1YTaYb
— Lady Distopía (@LadyDistopia) 21 de abril de 2019
Le preguntamos, en un tiempo en el que la vida parece medirse por capítulos y temporadas, si tenemos que ir preparándonos para un vacío existencial en Twitter sin sus pinceladas mágicas y sus máquinas del tiempo convertidas en fotogramas. De momento, nos da tranquilidad: “Mientras me siga gustando hacerlo, seguiré escribiendo”. A este final no le hace falta que le añadamos nosotros ni una palabra.
[Más información: Javier Ochagavía, el hombre que rescataba las noticias más surrealistas de la historia de España]