"Sacad provecho de todo, y vivid felizmente y por mucho tiempo", le dijo su padre a D’Artagnan el día que le dio los tres presentes antes de besarlo en la mejilla y verlo partir. Así lo dejó escrito Alexandre Dumas en Los tres mosqueteros, inmortal novela de aventuras e inspiración, entre otros, de El club Dumas de Arturo Pérez-Reverte.
El pasado 28 de abril, cuando el escritor español se hallaba en la vorágine de la Feria del Libro de Buenos Aires, una pareja se le acercó con un ejemplar de la novela de Dumas para que se la dedicara. Pero no a ellos, sino a su hijo Aitor, al que todavía le quedaba un mes para salir del vientre de su madre. Sus padres, los paraguayos Manuel Acevedo Scappini y Nathalia Speciale, pensaron que no había mejor inventario de valores que esas páginas que algún día leerá el pequeño.
“Don Arturo sonrió, creo que se enterneció, y le hizo una hermosa dedicatoria a mi hijo. Además, nos dio unos consejos sobre cómo criar hijos que sean lectores: ‘Ponedle en una habitación llena de libros, no tendrá escapatoria y él solo los irá descubriendo. Luego, leed vosotros, los hijos de padres lectores son lectores’. Y otras cosas más”, explica Manuel a EL ESPAÑOL.
La pareja lleva un año y medio viviendo en la capital argentina desde que su empresa lo trasladó allí. Antes vivió siete años en Madrid y, antes, ocho en Roma, donde se graduó en Derecho. Su hijo nació el pasado 26 de mayo y escribieron a Pérez-Reverte por Twitter para presentárselo y agradecerle aquella dedicatoria: “A Aitor, deseándole una feliz y hermosa vida, llena de libros hermosos”.
“Los motivos que me llevaron a pedirle la firma de Los tres mosqueteros son varios; pero el primero y principal es que se trata del libro preferido -o uno de los preferidos- de don Arturo”, sostiene Manuel. “Siempre hace referencia a la novela cuando quiere comentar temas que para él son trascendentes e importantes. La amistad, el coraje, el sentido del honor y del deber, el valor a la palabra dada. Y, por otro, temas humanos como la traición, la intriga, la mezquindad, la astucia...”.
Relata, a vuelta de correo electrónico, que “de hecho, en su intervención durante la Feria del Libro, volvió a hacer referencia al libro en el contexto de resaltar el valor de las mujeres en un mundo de hombres. Todo ello, a pesar de que algunos -erróneamente- lo consideran un machista y un misógino”.
"Quiero que mi hijo se eduque en esos valores"
Manuel tendrá que vencer la tentación, durante al menos unos años, de leerle alguna de las aventuras de Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan a Aitor porque quiere que sea “él mismo quien las descubra”. Eso sí, no tardará en mostrarle “que tiene un libro dedicado a él por Arturo”.
“Quise que se lo dedicara porque es mi ídolo y creo en los mismos valores que él, que hoy en día parecen estar menos en boga y hay que revitalizarlos. Quiero que mi hijo se eduque en ellos”, señala. Además, le parece un libro “hermoso y sumamente entretenido”: “¿Qué mejor que tener el libro preferido de mi ídolo dedicado a mi primer hijo?”.
Reverte también les dedicó las Obras completas de Séneca. “Estaba leyendo justamente ese libro y pensé que era una buena oportunidad para que me lo dedicara esta vez a mí". No obstante, en 2017 el escritor sí le dedicó una obra propia, Cabo Trafalgar, “porque él dice que, antes de escritor, es marino. Y este es un libro de marinería maravillosamente tragicómico. Además de riguroso, históricamente hablando”.
"No es malhumorado como dicen"
Manuel sigue a Pérez-Reverte desde hace “muchos años, incluso antes de convertirse en escritor a tiempo completo”. Confiesa que sus primeros recuerdos de él fueron a través de la pantalla de televisión cuando realizaba la cobertura de la Guerra de los Balcanes: “Por aquel entonces yo tenía 10 años y, con mi madre, veíamos Televisión Española por cable desde Paraguay”.
Le preguntamos a Manuel si, en las distancias cortas, su ídolo tiene el mismo carácter que saca en ocasiones en Twitter para mandar a paseo a quien se le ponga por delante. Tras una carcajada, lo desmiente: “No es malhumorado para nada, es una persona gentil, educada y empática. Nunca vi a nadie estar de pie tantas horas -haga el clima que haga, sea la hora que sea- para poder cumplir con todos sus admiradores y firmar hasta el último ejemplar”.
Un día -quizás, quién sabe, puede que el primer lunes de abril (como aquel de 1625 en el que conocimos a D’Artagnan)-, Manuel se postrará delante de su hijo Aitor para darle su presente. No será un caballo, ni 15 escudos, ni la receta del bálsamo gitano; pero sí llevará consigo algunos consejos. Puede que también le incite a “buscar las aventuras” y a “batirse por cualquier motivo”. No obstante, lo que sí es seguro, es que habrá un libro; el mejor regalo de todos.
[Más información: La respuesta de Pérez-Reverte a una tuitera que le pidió ayuda en una discusión de pareja]
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