En 1981 se estrenó la serie española más popular de todos los tiempos: Verano Azul. Las aventuras estivales de una pandilla de niños y adolescentes que pasaban sus vacaciones en la localidad malagueña de Nerja han acompañado a varias generaciones de españoles a fuerza de reposiciones. A nadie se le escapa ya que Chanquete muere al final.
Sin embargo, para tratar de capitalizar una vez más nuestra vena nostálgica, Televisión Española ha devuelto a nuestras pantallas aquel verano ochentero en la Costa del Sol. Desde el pasado 1 de agosto, de lunes a viernes, podemos ver de nuevo los capítulos a las 13:45 horas en La 2, una vuelta a la infancia para muchos, que catapulta el nombre de la serie a ser trending topic casi a diario.
No obstante, no todo el mundo ha aplaudido el regreso de Bea, Desi, Javi, Pancho, Quique, Tito y Piraña -a los que no veíamos desde 2014 en la televisión pública-, sino todo lo contrario. El experto en estrategia, posverdad y opinión pública, Jesús Arroyo, ha puesto el grito en el cielo porque cree que no es bueno reponer una serie en la que "un chaval con desorden alimentario es llamado 'Piraña' entre las risas de sus compañeros".
Pancho tampoco se libra de las críticas
Arroyo ha elaborado un hilo en Twitter donde desgrana sus argumentos e incluso habla de las "consecuencias" que han sufrido los niños que veían la serie, incidiendo en que, además de fomentar la obesidad, era racista y, por lo tanto, tendrían que poner rótulos de advertencia sobre su contenido:
El experimento al descubierto
Desde la publicación de su hilo el pasado 1 de agosto -que ahora cuenta con casi 4.000 comentarios-, las reacciones no han dejado de sucederse hasta el punto de conseguir que el nombre de Piraña llegase a lo más alto de la lista del trending topic en nuestro país. Arroyo agradecía entonces los apoyos y echaba más leña al fuego:
De primeras, Arroyo puede sentirse orgulloso al ser una de las pocas personas que ha unificado las opiniones de todo Twitter. Prácticamente nadie le ha dado la razón sobre la serie y, por el contrario, le han rebatido sus argumentos desde el principio rezando para que todo fuese "una broma". Y sí, en efecto, su provocador hilo no es real.
El experto, harto de lo "políticamente correcto", decidió sacarse este relato de la manga y sentarse a ver las reacciones. Eso sí, fue contestando a casi todos los que argumentaban en contra, metiéndose en el papel de ofendidito y soltándoles cosas como "fascista" o "racista". Todo el experimento bastante real en los tiempos que corren.
Arroyo decidió desvelar este lunes la verdad de todo esto en el programa Todo es Mentira de Cuatro y lo explicaba así:
¿Por qué hacer este experimento?
"Lo que he intentado demostrar con esto es cómo funcionan los mecanismos de la posverdad", explica Arroyo a EL ESPAÑOL. Él quería poner de relieve esta corriente actual sobre "lo políticamente correcto": "Ahora hay muchísimos temas tabú, incluso Mecano ha tenido que autocensurarse la letra de una canción. Nos creemos más listos que nuestros padres y nuestros abuelos", censura.
Así, el experto se planteó "criticarlo y llevarlo al extremo" y fue como surgió el hilo: "Tenía la idea, pero lo de vincularlo a Verano Azul me vino rodado. Fue ver la cabecera, con Piraña comiéndose un bombón helado, y se me encendió la bombilla. Con Chanquete, un hombre desarraigado y mayor que está desatentido; los chavales yendo en bici sin casco... Así que planteé que nos estábamos equivocando y que no podía ser".
Lo cierto es que esta "barbaridad de barbaridades", como él mismo define a su crítica viral, funcionó muchísimo mejor de lo que pensaba. "El año pasado lancé otro experimento. Inicié una petición en Change.org para derribar el acueducto de Segovia por ser un símbolo de la represión romana, pero ahí tardé una semana y esta vez ha sido en tres días".
Lo positivo de la posverdad
En el hilo original de Arroyo aparecía inicialmente el supuesto testimonio de una persona que le había escrito asegurando que culpaba a Verano Azul de su obesidad y otros problemas, pero ese tuit fue retirado por su autor: "Lo retiré para avivar la polémica, de trata de uno de los mecanismos de la posverdad", explica.
De hecho, la posverdad es una de sus especialidades y, al contrario que muchos, él cree que es positiva: "Es un instrumento con muchísimas posibilidades, pero que se puede usar bien o mal. Entre sus mecanismos también está crear expectación o hacer que te pillen. El tema es que es muy difícil de detectar cuándo se usa mal". Arroyo, que es asesor en este ámbito, no se cansa de llamar la atención de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sobre este tema.
"El sistema es muy débil e incluso una sola persona podría inventarse que ha habido un atentado, mezclando vídeos reales y difundiéndolo rápidamente por las redes. Acabaríamos sabiendo la verdad, pero tardaríamos porque no hay mecanismos para detectar estos bulos. Yo he hecho esto solo para demostrar que una persona puede crear una corriente de opinión que percibimos como mayoritaria y no lo es".
Lo peor: el WhatsApp
Arroyo, que se inspira en Orson Welles y su Guerra de los Mundos para estos experimentos sociólogicos, asegura que la plataforma más eficiente para difundir bulos y noticias falsas es WhatsApp: "No hay manera de saber de dónde ha salido, quién está detrás y si es real o no. Sigue pasando lo que pasó con la novela radiofónica de Welles".
De momento, aunque será algo más complicado que no le pillen, Arroyo ya está preparando su próximo experimento y no descarta que esta vez esté relacionado con el ámbito de la política: "Quizás con la investidura fallida. ¿Y si, de repente, proponen a una persona que le gusta a todo el mundo? ¿Un presentador de televisión o alguien famoso como candidato de consenso?". Eso sí será difícil que nos lo creamos en este país. O no.
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