Cada uno empleamos nuestro tiempo libre en lo que más nos apasiona y nadie debería juzgarnos por ello. Este hombre, por ejemplo, ha dedicado parte de su verano a averiguar uno de los grandes misterios de nuestra era: ¿Cómo puede destruirse un reloj Casio F-91W? Sí, aquel mítico reloj que nos caía a la mayoría como regalo de comunión y que todavía sigue emitiendo su pitido en algún lugar remoto de la casa de nuestros padres.
Pues bien, un usuario de Forocoches llamado Meloncín se ha currado varios experimentos para ver dónde estaba el límite y, de paso, "combatir el aburrimiento". Asegura que, antes de narrar las pruebas una a una, ya lo había congelado y metido en Coca-Cola y "aguantó sin problema". "Había pensado en hervirlo, pero eso ya se ha visto", dice, así que decidió empezar por hacer una tortilla francesa con él.
Después de fotografiar cada paso, decide hacer un par de vídeos para mostrar cómo ha sido y demostrar que sigue funcionando:
Y, en efecto, después de dejarlo enfriar: "¡Funciona! No daba un duro por él, pero sigue funcionando el cabrón", comenta, añadiendo que "está como si no le hubiera pasado nada. De hecho acabo de escuchar el pitido de cambio de hora mientras escribo este post. Increíble".
A la lavadora y con lejía
Total, que va a por el siguiente reto: "Voy a lavar el reloj. A 90 grados unas 2 horas y media con la colcha del perro y con su correspondiente detergente y suavizante".
"¡El hijoputa ha aguantado!", escribía sorprendido explicando que "lo único, que la correa se ha resquebrajado un poco". Desesperado, avanza que pensará otra prueba "pero va a haber que subir el nivel porque madre mía, menuda máquina".
Dicho y hecho. Lo deja sumergido en lejía un día y también aguanta el tipo: "Es como si estuviera recién comprado", lamenta.
La prueba de fuego
Así, después de mucho meditar las sugerencias del resto de usuarios del foro, propone el cuarto y último reto: hornear una pizza con él. Después de 25 minutos en el horno a 150 grados nos muestra el resultado:
"La pantalla casi no se ve y, lo poco que se ve, parece inservible, está todo negro. Así que lo limpio en el grifo para verlo mejor", sostiene antes de probarlo y comprobar que sigue funcionando. "El reloj ha ganado la batalla, me rindo", se resigna, ironizando con que "estoy por llamar a los de Casio y preguntarles qué sentido tiene un G-Shock de 100 euros si con este de 9 euros ya aguanta todo".
Y, como colofón final, una oda a su reloj: "Se ha ganado un lugar de honor en mi casa. Me acompañará durante el resto de mis días o hasta que se le acabe la pila. Y si un día hay un cataclismo y me veo en medio de un páramo inhabitable con una atmósfera insalubre incompatible con la vida, sabré que yo moriré y mi reloj seguirá funcionando".
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