Estamos demasiado acostumbrados a que las noticias nos traigan casos de muerte en soledad a diario. Personas que sufren un percance en sus casas y no tienen a nadie que las asista, ancianos a los que la muerte les pilla con la familia, si es que la tienen, lejos, y son los equipos de emergencias los que descubren la escena alertados por los vecinos cuando ya no hay nada que hacer.
Nadie debería estar condenado a pasar la vejez solo. La última de las etapas tendría que estar colmada de comodidades y cariño, pero esto no abunda y siguen siendo una minoría los ancianos que pueden vivir en residencias o acompañados y cuidados en sus hogares. Este es el caso de la madre de Cassandra (@Cassandrecass50), una mujer de 89 años que disfruta de sus últimos años sintiéndose como una adolescente.
Su hija lo contaba así en Twitter la semana pasada. Su madre se había enamorado y era correspondida:
Quisimos averiguar algo más sobre la historia, pero Cassandra nos ha dicho que prefiere no desnudar más la intimidad de su madre, enferma de demencia, así que nos tendremos que conformar con leer algunas de las respuestas públicas que ha dado en su tuit viral, que suma más de 5.700 retuits:
Nunca es tarde para darse el sí quiero
La historia de la madre de Cassandra no es, ni mucho menos, única. El pasado mes de julio conocíamos la de John y Phyllis Cook, dos centenarios que contraían matrimonio en Ohio (Estados Unidos). Él, veterano de la Segunda Guerra Mundial, acaba de cumplir 100 años y ella cumplió 103 el 8 de agosto.
La pareja fue al juzgado para solicitar su acta de matrimonio y se casaron en ese mismo momento. John le dijo a la CNN que "no era el plan, pero cuando llegamos nos lo dijeron y lo hicimos". Ellos se enamoraron hace cosa de un año: "Sé que puede ser un poco exagerado para alguien de nuestra edad, pero fue amor a primera vista", aseguró ella.
Ambos eran viudos y se encontraron en la residencia Kingston de Sylvania, donde pasan sus días juntos recorriendo los pasillos en sus scooters eléctricos. Eso sí, por ahora lo de la convivencia no lo acaban de ver y cada uno tiene su propio apartamento aunque vivan su amor: "Él está arriba y yo abajo", zanjó Phyllis.
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