El pasado martes, Irene Montero tuvo la ocurrencia de señalar con nombre y apellidos a una mujer a través de sus redes sociales. Explicaba en un vídeo que Esther Argerich era la propietaria de un piso donde vivía una familia que, según ella, estaba al borde del desahucio porque no podían afrontar la subida del alquiler. Twitter se le echó encima por señalar públicamente a una mujer, pero el agravio no se quedó ahí.
Resultó que, al menos, hay dos mujeres que responden a las señas. Una de ellas es, efectivamente, propietaria de cinco viviendas, una oficina y algunas plazas de garaje. La señalada se habría hecho una cuenta en la red social -todavía no se ha verificado- desde donde ha negado que sea una especuladora, pidiendo además amparo porque lleva tiempo pleiteando para echar a sus inquilinos del piso.
La otra, nada tiene que ver con la denuncia de Montero. De hecho, se gana la vida regentando una casa rural en la provincia de Barcelona y ha visto cómo su reputación se iba al garete en una horas. Comenzó un linchamiento a su negocio, dejando reseñas negativas en Google que ella leía con impotencia viendo cómo estaban perjudicando su modo de ganarse la vida.
Desde Forocoches llegaron incluso a hacer un hilo para ayudarla, pero en las últimas horas Google se ha encargado de borrar los comentarios después de haber contrastado que no eran reseñas fiables sino un ataque a la dueña por otras cuestiones que, además, surgen de una confusión.
La no disculpa de Montero
Con estos mimbres, Montero salía a la palestra de nuevo en Twitter este miércoles. Pero no lo hacía, como sería de esperar, para rectificar y hacer autocrítica, sino para echar balones fuera culpando a los medios y, de paso, no pedirle perdón a la perjudicada:
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