Prometió dedicarse exclusivamente a hablar de libros, pero como dice el proverbio árabe, "el hombre hace planes y Dios se ríe". Arturo Pérez-Reverte regresó de navegar el fin de semana y se sumó como el resto de españoles al confinamiento preventivo para reducir la incidencia del COVID-19, la enfermedad transmitida por el nuevo coronavirus que ha provocado una pandemia global y amenaza con colapsar la sanidad.
Y bien que ha hecho: desde su domicilio en Cartagena, Murcia, el escritor y académico se ha sumado a los tuiteros que ayudan a sus seguidores a sobrellevar estos momentos difíciles con consejos y reflexiones. Así, recomienda lecturas (El conde de Montecristo, por supuesto), ofrece hilo musical (Resistiré, claro, con Alaska y el Dúo Dinámico) y no ceja en sus campañas habituales: mucho cuidado con quien pretenda deshacerse de su mascota aprovechando la crisis, don Arturo sigue vigilando.
También, como el resto de nosotros, pobres almas encerradas entre cuatro paredes, Pérez-Reverte necesita reírse. Lo hace, por ejemplo, sacando su lado más picarón compartiendo un bando italiano fake por el que un municipio prohibiría las "orgías" y el "gangbang" (sexo en grupo) para prevenir el contagio. "Empieza a no valer la pena mantenerse vivo", musita el autor, como un arcipreste de Hita redivivo.
Sin embargo, en su afán por divertir a España el escritor derrapa en algo que ya es su terreno resbaladizo predilecto. Lo hace compartiendo un chiste de un amigo suyo, con unas caricaturas de género dignas de matrimoniadas, según el cual todos los maridos de España se encuentran ahora forzados pese a su estolidez natural a montar los muebles de Ikea, atrapados por las arpías de sus esposas que son incapaces en circunstancias normales de apretar un tornillo.
El tufo a alcanfor ha llevado a muchos de sus seguidores a responder: Don Arturo, así no.
Y es que al académico se le pueden estar yendo de las manos lo de ofrecer consuelo a las familias afligidas por el teletrabajo sin conciliación. Como lo de sugerir la serie de comienzos de siglo, Cálico Electrónico, para niños de "diez o menos". Sí, esa en la que el prota recitaba poemas como Mi amor, sentirás solo la esencia / pues me acercaré con gran disimulo / algo más notarás mi presencia / cuando te la meta por el cul*".
En fin: en estos tiempos inciertos, es preferible quedarse con lo mejor que cada uno tiene que ofrecer. Y en el caso de Arturo Pérez-Reverte, es su prosa y su sabiduría.