Después del primer aplauso sanitario algunas voces se alzaron para pedir que en el agradecimiento se incluyesen otros sectores, como por ejemplo el de las plantillas de los supermercados. Desde que la crisis sanitaria por el coronavirus se instaló en nuestras vidas, los primeros en notar la histeria colectiva fueron estos trabajadores, que observaban incrédulos como perdíamos la sensatez vaciando las estanterías.
Al principio todo eran risas con el desabastecimiento de papel higiénico, pero con el estado de alarma declarado las carcajadas cesaron y la población se lanzó a las grandes superficies para hacer acopio de todo lo que se les ponía por delante. Reponedores, dependientes y cajeras han estado en primera línea de batalla arriesgándose también a los contagios con pocas barreras de protección.
Las medias de prevención han ido llegando a cuentagotas a los supermercados, donde el fin de semana todavía había personal sin guantes. Ahora muchos están controlando ya el aforo, cumpliendo un protocolo intensivo de limpieza y cancelando el reparto a domicilio. Pero ¿cómo se han sentido todos estos días en los que arrasábamos sus lugares de trabajo?
Para contestar a esta pregunta, una cajera gallega prometía, en mitad de la vorágine, contar la situación:
Días después cumplió su promesa y unos 14.000 tuiteros compartieron su testimonio, que no deja títere con cabeza. Y es que, quien más y quien menos, podrá sentirse identificado con las conductas irresponsables y poco consideradas que han tenido los clientes a los que estuvo atendiendo:
Eso sí, no todo el mundo lo ha hecho mal del todo:
Por último, la cajera nos ha formulado una petición, a la que nos unimos:
[Más información: "Dejemos de quejarnos y a ayudar": el mensaje de una sanitaria en primera línea frente al coronavirus]