Vivimos tiempos complicados para hacer públicas nuestras opiniones. Somos, más que nunca, esclavos de nuestras palabras. Tanto si estamos de acuerdo con el Gobierno en la gestión de la crisis sanitaria como si no lo estamos, siempre nos van a caer de algún lado porque la eterna polarización de nuestro país está más a flor de piel que nunca.
En este contexto, si además tienes la valentía suficiente como para ser fiel a tus principios en las redes sociales, te comen vivo. Sobre todo, como hemos visto en otros casos como los de Quique San Francisco o Pablo Motos, si cometes la osadía de poner en tela de juicio alguna de las medidas del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Eso, en Twitter, es abrir la caja de pandora.
Y eso es lo que le ha pasado a Francisco Rodríguez Iglesias, Arévalo, el cómico que suele dejarnos mensajes impagables en la red social. El hombre se ha hartado de que le llamen "facha" y ha querido saber por qué lo califican como tal. Preguntó si es que se lo llamaban por ser católico, por defender al país, por gritar "viva el Rey", por cuestionar al Gobierno, por "temer al comunismo más radical", aplaudir a Amancio Ortega o por decir que le "gusta mucho" Vox:
Arévalo no sabía dónde se metía al lanzar estos interrogantes a los tuiteros, que han ido a degüello a por él:
"Yo no insulto a nadie"
El reguero de descalificativos se prolongó durante horas y el cómico tomó de nuevo la palabra para dirigirse a sus haters apelando a la libertad de expresión y señalando que "el Twitter no está para insultarnos". Se defendió diciendo que "no pertenezco a ningún partido ni tengo carné de ningún partido, soy un demócrata que voto a quien yo creo que comulga más con mis ideas".
"Ruego, por favor, a todos los que se ofenden, y se ponen súper alterados y nerviosos, que estén tranquilos. Yo no soy nadie. Soy un cómico, una persona normal", insistió:
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