Desde que el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra Irene Montero tuvieron que interrumpir sus vacaciones en Asturias por el escrache que presuntamente sufrieron en el pueblo donde se encontraban, el acoso al que está sometida la pareja no deja de estar de actualidad. Sin ir más lejos, este pasado jueves se encontraron una cacerolada en su casa de Galapagar para darles la bienvenida.
No es nada nuevo, ya que un grupo de personas protesta a diario enérgicamente frente a su vivienda desde hace meses; pero sí que se produjo un cambio de tendencia esta vez: además de sus críticos también había un nutrido grupo de defensores con pancartas de apoyo. "Irene y Pablo, fuerza, no os dejaremos solos", se podía leer en uno de los carteles que había en las inmediaciones de la urbanización de La Navata, donde se encuentra su chalet.
Con este bienvenida tan poco usual para un líder político, aunque tristemente común cuando se trata de los de Unidos Podemos, han vuelto a surgir voces críticas con el acoso que los miembros del Gobierno y su familia están soportando. Uno de los respaldos llegó del diputado de Esquerra Republicana de Catalunya, Gabriel Rufián, que no dudó en calificar a los acosadores de "grupo de anormales".
"¿Te acuerdad de los CDR?"
Rufián considera que a estas personas "o les pagan o son así de peligrosos" y defiende que "ambas opciones merecen una intervención y una investigación", escribía desde Twitter:
Sin embargo, a Rufián la defensa de Iglesias y Montero le ha salido cara, metafóricamente hablando. No ha tenido que sacar la cartera, pero sí aguantar estoicamente los recordatorios de un buen puñado de tuiteros que le han sacado los colores a golpe de zascas como estos: