"¿Dónde está el límite?": la lección magistral de una escritora para identificar el acoso
En La Jungla. Una escritora ha compartido su propia experiencia para ayudar a las mujeres más jóvenes a identificar las situaciones de acoso sexual.
25 enero, 2021 01:29Noticias relacionadas
Que a las mujeres se les haya educado desde tiempo inmemorial para agradar, cuidar y no levantar la voz las ha dejado en una posición de vulnerabilidad extrema que se sigue perpetuando. Aunque hablemos de una mujer trabajadora, emancipada, independiente y profesional este sino parece intrínseco a su género y las ha hecho caminar por la vida desarmadas, respondiendo con sonrisas o silencios a la enésima muestra de machismo, haciéndose las tontas por no desentonar.
En esa crianza histórica en la que su rol no era otro sino cuidar de su marido y su familia, la mujer ha escuchado infinidad de veces que hay que aguantar, que conviene tener paciencia y empatía, que será mejor dejarlo pasar para no armar follón. Que él te quiere, pero a su manera, y que está muy ocupado para hacerse cargo de esas nimiedades. Que tu deber es no darle preocupaciones.
Con estas premisas grabadas a fuego y pasando de generación en generación es habitual que la mujer no sepa dónde están las líneas rojas. Que no sepa qué es lo que hay que aguantar y ante lo que hay que plantarse. A algunas personas les parecerá que la respuesta es simple porque han ido adquiriendo esas armas necesarias para el trayecto vital —o nacieron con ellas— y a otras, literalmente, no saberlo les ha costado la vida.
"¿Dónde están los límites?"
La escritora Alena Kharchanka ha procurado contestar a esta pregunta con un hilo hilvanado desde su cuenta de Twitter. En una sucesión de tuits comparte las preguntas que le ha formulado una joven al respecto, recuerda sus propias experiencias con hombres que tenían poder sobre ella e intenta ofrecer una respuesta que ha conseguido despojar de complicaciones.
Kharchanka expone que la joven admitía que le costaba saber "cuándo algo es correcto y cuándo no". Si un chico estaba siendo excesivamente cariñoso con ella o realmente era lógico que su actitud fuese incómoda para ella:
Hace unos días una chica jovencita me dijo que le cuesta saber cuándo algo es correcto y cuándo no. Me dijo que no quería parecer soberbia, que a veces piensa que alguien quiere algo de ella, pero luego le surgen las dudas, porque hay hombres cariñosos sin más.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
(Hilo)👇
Dice que hay chicos cuya forma de ser es así, pero que en realidad no quieren nada y que las suposiciones de ella podrían dejarla en ridículo. «¿Dónde están los límites?», me preguntaba. «¿Cómo lo sé yo cuando no es algo tangible?»
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
«¿Cómo sé yo si lo que siento no es una cosa mía, que es real, que es normal que me incomode?».
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Kharchanka volvió la vista atrás para regresar a la piel de aquella mujer joven y vulnerable que tenía que lidiar con jefes, alumnos y hombres poderosos que la acosaron sexualmente y procuraron manipularla sin que todavía, quizás, se hubiese acercado al feminismo:
Entonces me acordé de todas aquellas veces en las que un jefe directo, un hombre con cierta autoridad sobre mí o un ser querido me han hecho sentir de la misma manera: incapaz de moverme, a pesar de no tener aparentemente nada que me lo impidiese.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Me acordé de aquel señor, mi alumno, que me triplicaba la edad y que me regalaba colonias que yo no quería aceptar, pero acabé aceptando, porque confié en él cuando me confesó, con una cara rota de tristeza, que yo era una especie de hija que su esposa y él nunca pudieron tener.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Aquel señor que, meses después, intentó subirme la falda en su despacho susurrado: «¿Acaso piensas que todo esto es gratis, zorra?». Aquel señor, por llamarlo de alguna manera, al que jamás volví a ver, pero del que no pude olvidarme en años.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Me acordé de aquel jefe que me decía cosas que no tenía que decirme, pero que, tras decirlas, se reía. «Te estoy tomando el pelo», soltaba entre las carcajadas, y yo acababa riéndome también, porque qué tonta.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Me decía que yo le caía mejor que todo el equipo entero y que en realidad más que una mujer, yo era un tío con tetas, y que no le mirara mal, que era un cumplido, porque las tías no valían para ese puesto.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
«Pero tú no eres una tía cualquiera, no eres una tía del todo, eres una todoterreno, un caso excepcional». Una todoterreno que acabó pesando veinte kilos menos por trabajar demasiadas horas al día intentando mostrar que él estaba en lo cierto.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Me acordé de aquel director de un programa de radio que me invitó a tomar una copa porque le fascinaba mi forma de plasmar las relaciones de pareja en unos escritos "tan breves y tan audaces”. Quería darme un programa de radio para mí sola, porque yo lo valía.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Tras un par de copas me habló de las condiciones: el programa lo tendría a cambio de un trío con su pareja. Nunca tuve un programa de radio, pero no me arrepiento.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
También apunta Kharchanka a todos esos lugares comunes de los que se había impregnado, como tantas otras mujeres, para sobrevivir: sonríe, sé educada, hazte la tonta, son imaginaciones tuyas, no te pongas tensa, no te enfades y no ofendas a nadie si quieres seguir labrándote una carrera.
Me acordé de todas aquellas veces en las que sonreí y decliné —amablemente, porque así declinan las cosas las chicas educadas— todas aquellas propuestas que no eran más que sugerencias.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
De las veces en las que supe que algo pasaba pero que me salía más a cuenta “hacerme la tonta” para no tener problemas: poner esa cara de “no me entero a lo que te refieres” mientras sí me entero.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Porque es difícil no enterarte cuando te miran de ese modo que, según dirán, son unas imaginaciones tuyas. De las veces en las que tuve que aprender, a mis veinte y pocos, que se trata de un juego entre los hombres con poder y las mujeres sin...
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
... que no hay que ponerse tensa con el asunto, que la única forma de seguir con tu carrera, con tu vida o con tus aspiraciones es saber decir “no" sin ofender demasiado, porque si ofendes, mañana ya no estarás en la lista de las que tienen un futuro.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Por supuesto, la escritora pasó por las "relaciones tóxicas" y todas aquellas cosas que una pasa por alto porque "me quiere":
Y también me acordé de aquellas primeras señales de una relación tóxica que acabas pasando por alto porque “me quiere y todos tenemos defectos”, hasta que ya no puedes pasarla por alto, porque estas tan abajo que no puedes estar por encima de nada...
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
... salvo de tu propia dignidad pisoteada con los pies, los de él y, luego, los tuyos. Porque todo lo hacéis juntos.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
"El límite eres tú"
Vuelve Kharchanka sobre la figura de la joven que pregunta. Una chica de 25 años que pregunta dónde están los límites. Y la escritora, basándose en su experiencia vital, ofrece la lección definitiva:
Pero volvamos a la chica y su pregunta.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
La chica tiene unos veinticinco años, la edad en la que yo era un tío con tetas. La miro y pienso en todo ese asunto “tan delicado”, como suelen llamarlo los que no quieren problemas, porque dicen que están hartos de tanto #MeToo.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
«¿Dónde están los límites?», me pregunta y me doy cuenta de que yo también tenía esa pregunta a su edad, y diez años más tarde la seguía teniendo.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Pero hoy, sentada en esta silla que hace eco de mi dolorido cuerpo, le contesto a través de este hilo que sé que va a leer. Y que, con suerte, también lo leerá alguien que lo necesita.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
El límite eres tú. Son tus tripas.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Porque a las mujeres nos enseñan cómo maquillarse, pero lo que jamás nos enseñan es algo fundamental: si te sientes molesta por algo, es que te han molestado. Si te sientes incómoda, es que te han incomodado. Si la mirada, el gesto o la indirecta te suenan raros, es que son raros
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
Porque el límite entre lo que está mal y lo que no lo está es esa sensación en la barriga, son esas agujas que pinchan pero que no las ves. Y si sientes dolor, es que te duele.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
El límite tiene que ver con lo que tú consideres correcto y lo que no. Si algo no te lo parece, es que para ti no lo es, y estás en pleno derecho de manifestarlo, pero es cierto que no siempre conseguirás hacerlo.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021
FIN.
— Alena Kharchanka (@alenakh) January 18, 2021