Uno de los retos más complicados para el profesorado es mantener motivados a sus alumnos, sobre todo en edades en las que pierden el interés por las cosas con mucha facilidad. Así que aquellos que quieran lograr su atención en el aula se las tienen que ingeniar para que sus métodos estén en constante movimiento, para que el ritmo de aprendizaje e interés no decaiga en ningún momento del curso.
Ainhoa Gómez es profesora de Biología y el experimento que ha hecho con sus chavales se ha popularizado gracias a Twitter. Ella, que también se dedica a explicar temario y dar clases a través de su canal de YouTube, procura siempre que sus alumnos adquieran una actitud crítica y se estrujen en cerebro para dar su opinión sobre las cosas en vez de reproducir lo que hayan visto o leído de lo que piensan otros.
Detectó la profesora que llevaban varios días hablando a todas horas de la astrología y decidió que ese sería su señuelo. En concreto, los chicos charlaban sobre las cartas astrales, esos diagramas usados por astrólogos que representan las posiciones de los planetas en signos y las casas astrológicas que ocuparon en determinado lugar y tiempo en relación a la fecha de nacimiento de cada persona.
Cartas para todos
El uso más popular de las cartas astrales es el de realizar, aplicando unas técnicas concretas, interpretaciones psicológicas de las personas e incluso predecir el futuro. Así que Ainhoa, ni corta ni perezosa, les dijo a sus alumnos que llevaba dos meses preparado sus propias cartas astrales personalizadas y ellos han picado el anzuelo:
Los chavales estaban encantados con la idea. Ella se las repartiría y la leerían todos en silencio para valorar del 1 al 5 si se estaban sintiendo identificados con la descripción:
Lo que no se imaginaban es que todos ellos estaban leyendo la misma carta astral:
Los chavales, al sentirse engañados, reaccionaron enfadándose con la profesora; pero ella les ha acabado convenciendo de que era por una buena causa:
Ojalá más profesoras como Ainhoa. Eso sí, ahora tendrá que esperar un tiempo antes de intentar volver a trolearlos, aunque sea por una buena causa.