Una semana después del anuncio de su retirada de la política, Pablo Iglesias volvía a la palestra mediática en un inesperado giro de guión este miércoles. El periodista Pedro Vallín conseguía para La Vanguardia las fotografías inéditas del político despojado del que había sido uno de sus símbolos: la coleta. Al modo de los toreros cuando se retiran de los ruedos, el ahora exlíder de Podemos se la había cortado y se mostraba como una persona distinta.
No vamos a decir aquí que la coleta de Iglesias es una cuestión de Estado, pero casi. El Coletas ya no tenía el pelo largo y, siguiendo el rastro de sus mechones perdidos, brotaron los memes y los chistes en una red social que está siempre al quite, para lo bueno y para lo mano. Es perfectamente normal que en esta tesitura, cuando además Iglesias no se ha vuelto a pronunciar públicamente desde la noche electoral, que este cambio de look haya sido noticia.
No se trata solo de un corte de pelo, que ya de por sí se relaciona con un cambio de momento vital, sino de un nuevo mensaje de esos que Iglesias manda como sin querer. Los medios de comunicación se hicieron eco de esa simbología y, quizás en algunos caso de manera un tanto exagerada, desgranaron una noticia que parecía lejana cuando el de Podemos se llamaba a sí mismo "coleta morada".
La lección de Echenique
En este contexto, el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados, Pablo Echenique, ha vuelto a dar clases de Periodismo desde su cuenta de Twitter. El berrinche, esta vez, ha sacado a colación la libertad de prensa. Y es que el diputado cree que no es compatible hablar del pelo corto de Iglesias y criticar que "los políticos no hablan de las cosas importantes":
El tuit de Echenique provocó el abucheo habitual entre los tuiteros que no son de su cuerda y que se han molestado en responderle con una retahíla de zascas como estos:
A juzgar por las reacciones, quizás Echenique debería dejar sus clases de Periodismo en manos de profesionales del oficio.