Teniendo en cuenta que más de dos millones de españoles consumen ansiolíticos a diario, que unas 10 personas se suicidan al día en nuestro país y que 200 lo intentan sin éxito, que más de la mitad de la población de España confiesa sentirse "cansado o con pocas energías" desde que comenzó la pandemia y que, según el Ministerio de Sanidad, una de cada diez personas ha sido diagnosticada con algún problema de salud mental, quizás no tengamos que ir a la historia de Simone Biles para darnos cuenta de que es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad.
Sin embargo, lejos de estar en el centro de la agenda sanitaria, el acceso a psicólogos y psiquiatras en la sanidad pública española es todavía un asunto pendiente. De un tiempo a esta parte el Congreso de los Diputados ha sido testigo de declaraciones como la de Íñigo Errejón, al que le dijeron que fuese al médico mientras hablaba de salud mental en la tribuna, procurando así romper el tabú al que están condenadas este tipo de dolencias que han estigmatizado históricamente a quienes las padecen.
Que Biles hubiese renunciado a la competición alegando problemas de salud mental ha servido para que el foco mediático internacional se posase, al menos por unos días, en este tipo de enfermedades y por eso, a pesar del ruido de siempre en las redes sociales donde algunos se empeñan en banalizar algo tan importante, han surgido testimonios llenos de verdad que nos han conmovido, como el del profesor y divulgador ceutí de cine, Rafael Morata.
El hilo sobre su depresión
Morata ha querido compartir con sus seguidores de Twitter su propia experiencia lidiando con una depresión que le diagnosticaron hace unos cuatro años, cuando era Jefe de Estudios en el colegio donde trabajaba. Su relato comienza con un hombre en declive sin ser consciente de ello al que su médico tuvo que obligar a cogerse una baja:
Con su diagnóstico, "a regañadientes", se cogió la baja, inició un proceso de aceptación y tuvo que soportar la incomprensión en la reacción de algunas personas, como la directora del colegio:
Sin embargo, lejos de venirse abajo, Rafael se puso en manos de profesionales —algunos de ellos le hicieron más mal que bien, pero no desistió— y él mismo se pautó otra parte de la terapia haciendo cosas que le gustaban:
Por eso, con su experiencia, Morata ha querido advertir sobre algunas señales que cualquiera puede notar y podrían ser la punta del iceberg de algo más profundo que debe ser tratado con la ayuda de profesionales:
Poco a poco, gracias también a testimonios como este, acudir al médico por problemas de salud mental es menos tabú y, de hecho, desde que empezó la pandemia se han incrementado las visitas por trastornos depresivos o de ansiedad.