Una de las cosas que ha traído consigo la pandemia es el auge de las terrazas. Si antes solamente los fumadores estaban dispuestos a sacrificarse en invierno para poder echarse un pitillo a pesar del frío, la preferencia ahora por los espacios abiertos para protegerse de la propagación del virus los ha convertido en un codiciado asiento y los hosteleros lo saben, por eso intentan sacarle todo el partido aunque sea recurriendo a tácticas cuestionables como la de este bar de Bilbao.
Con la apertura escalonada de la hostelería en la mayoría de las comunidades, pasaron meses en los que únicamente estaban a disposición del público las terrazas y, además, con el aforo reducido. Fue entonces cuando los hosteleros empezaron a establecer un tiempo máximo de consumición para que les resultara rentable y la clientela fuese rotando sin apostarse como se hacía antaño, tranquilamente, a leer el periódico o charlar en pandilla.
Lo que asumimos como algo normal en aquellos días ha perdurado tiempo después hasta llamar la atención de las redes sociales, donde el cartel de un bar bilbaíno ha causado furor e indignación a partes iguales. Se trata del bar Pepi&To, un establecimiento que abrió sus puertas en diciembre de 2015 especializándose en la elaboración de pepitos y txaskitos, y que ahora está en boca de toda España por su listado de tiempos a cumplir por sus clientes.
Un café, 15 minutos
El local que regenta Luna Berría tiene una pegatinas en las mesas en las que se pueden leer una serie de tiempos de consumición: si pides una caña puedes estar 25 minutos, con un café 15 minutos, con un pepito 40 minutos y con lo que parece una copa 35 minutos. Una normativa basada en el precio de los productos para velar por la rentabilidad del bar que se ha hecho viral gracias a este tuit:
Tras popularizarse la pegatina de su local en las redes sociales, Berría ha explicado que empezaron a hacerlo cuando volvieron a abrir tras el confinamiento, pero no se trata de tiempos aproximados ni obligatorios: "No presionamos y la gente tampoco hace caso del todo, pero es para que los clientes tengan conciencia de que se necesita consumir para que la gente rote y nosotros podamos facturar. No vamos al cliente a decirle que se vaya, es para que se den cuenta que no pueden estar una hora con el café".
Explica la dueña que solamente tiene cinco mesas en la terraza y que el interior del local también es pequeño, con un aforo de unas 10 personas, por lo que necesitan que la gente no se eternice consumiendo: "Si la gente está leyendo el periódico o el móvil una hora y me consume un café, nosotros no podemos facturar y yo tengo que pagar el alquiler, los gastos, los empleados, etc.". La clientela, por su parte, no se lo ha tomado a mal y entiende la medida, según Berría.