La escena se produjo este martes en la visita que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, realizaba a la localidad zaragozana de Pradilla, afectada por la crecida el río Ebro, para anunciar que el Consejo de Ministros declarará zona catastrófica el área afectada por la riada y transmitir la solidaridad del Ejecutivo. En mitad del paseo que ha dado por el lugar, el presidente del PP de Zaragoza, Ramón Celma, le ha entregado un sorprendente regalo.
"Presidente Sánchez, ¿qué tal? Soy Ramón Celma, presidente del PP de Zaragoza. Le traigo estas botas porque está muy bien venir con una comitiva, pero hay que mancharse las botas de barro, así que lo que hay que hacer es invertir y limpiar el río", le ha dicho el popular al tiempo que le entregaba un par de katiuskas. El vídeo, que ha subido él mismo a Twitter, no ha tardado en hacerse viral y copar portadas.
No en vano, además de suponer un inesperado obsequio para el presidente, tenía todos los tintes de ser una venganza por las palabras que Sánchez dedicó al por entonces jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, cuando le pidió que "pisara el barro" tras la borrasca de Barra que afectó a muchas localidades de la cuenca del Ebro en Navarra, Aragón y La Rioja. Fue en aquel momento cuando el socialista se preguntó ante la prensa "¿qué coño tiene que pasar para que Rajoy pise el barro?", la frase que parafraseó este miércoles Casado en el Congreso.
Sánchez agradeció el presente a Celma y las redes sociales no tardaron en difundir la escena con gran celeridad. Al hacerse viral ha habido un detalle que no ha pasado desapercibido para los tuiteros críticos con el PP y es que el popular, en las imágenes, parecía no llevar tampoco el calzado más adecuado para caminar por las zonas anegadas. Lo que pasó a continuación con esos "mocasines" no ha sorprendido a nadie:
De hecho, incluso el periodista Antonio Maestre se quiso sumar al escarnio de los mocasines y así lo ha expresado, llamándole incluso "pijo" al del PP:
Pero Celma no estaba dispuesto a seguir aguantando el chorreo y decidió sacarse una fotografía de su calzado, unas botas tobilleras, para desmentir que llevase zapatos al lugar:
La respuesta ha sido muy aplaudida en las filas populares, pero también es justo aclarar que las botas de Celma no son tampoco una baratija, sino que cuestan alrededor de 140 euros. Vamos, que también podría haber predicado con el ejemplo y llevarlas de goma.