El nuevo año ha traído consigo una noticia de alcance nacional en sus primeros coletazos. Manuel Charlín, O Vello, el patriarca de uno de los históricos clanes del narcotráfico gallego, fallecía en su casa familiar de Vilanova de Arousa (Pontevedra) a los 89 años víctima de una caída doméstica. Quizás si Nacho Carretero no hubiese escrito Fariña y su éxito no hubiese llegado a la pequeña pantalla en otra no menos exitosa serie televisiva, las generaciones más jóvenes no sabrían quién ha muerto ni tampoco se habrían idealizado, erróneamente, algunos personajes como este o Sito Miñanco.
En cambio, parte de la vida del que empezó siendo un contrabandista de tabaco en los años ochenta para dar el salto después al tráfico de hachís, marihuana y cocaína, algo que siempre ha negado, está grabada en el imaginario colectivo. Su primer arresto llegó con 26 años y el más sonado, precisamente, en 1990 en el marco de la Operación Nécora que dirigió el juez Baltasar Garzón. Fue uno de los capos señalados y acosados por las madres que fundaron Érguete, con Carmen Avendaño a la cabeza. Precisamente, de ellas se ha acordado el diputado de Esquerra Republicana de Catalunya, Gabriel Rufián.
Lo ha hecho, como muchos otros, criticando lo que han considerado un "blanqueamiento" de la figura de Charlín en el periódico La Voz de Galicia. En un tuit que el medio eliminó más tarde, emplearon un resumen de la entradilla que podía sembrar la duda sobre el contenido del artículo, que no pasaba por alto que al traficante "el tabaco lo sacó de la pobreza y cimentó el patrimonio familiar. El narcotráfico, ya fuese con hachís o cocaína, lo cebó hasta alcanzar un valor superior a los 20 millones de euros".
Blanquear en ambos sentidos
Rufián compartió la captura de pantalla del tuit de La Voz para anunciar que se trataba "no solo de una falta de respeto al periodismo, sino también a las miles de familias que vieron morir a sus hijos en los 80 por la droga que este señor y su clan vendían a espuertas en los barrios obreros de Galicia":
Lo que ocurre es que Rufián no calculó que estaba brindando en bandeja a sus críticos un par de asuntos para ensañarse con él. Primero, que la droga que acabó con generaciones enteras de gallegos fue la heroína y no llegaba, precisamente, de manos de estos clanes aunque nadie duda de su responsabilidad en el declive social de la época. El otro detalle que ha servido para sacarle los colores al de ERC es que le han recordado también el sufrimiento de otras muchas familias, pero con un origen bien distinto:
En esta ocasión Rufián no se ha dedicado a retuitear, como es costumbre, los zascas que considera más certeros.