Pasados los 30 (e incluso, en algunos casos, un poco antes) todos nos convertimos en una suerte de abuelos cebolleta. Acostumbramos a volver al pasado cuando nos reunimos con amigos, a repasar con ellos una y otra vez la misma anécdota, las canciones infantiles, las hazañas. Nos volvemos un auténtico peñazo para los que tienen la mala suerte de haberse criado en otra pandilla o pertenecer a una generación diferente. Aun con todo, los llamados boomers se llevan la palma a los más nostálgicos de la historia.
Que durante muchos años en España el tiempo pasase más despacio ha provocado que sean muchos millones de niños los que se criaron viendo los mismos programas de televisión, leyendo los mismos tebeos, jugando en la calle a los mismos juegos y haciendo las mismas cosas con sus familias. Así, esas generaciones que fueron estudiantes de EGB durante los setenta y ochenta cultivan una misma cultura pop de la que están orgullosos y a la que vuelven con mucha más frecuencia que el resto.
De hecho, hay quien ha acuñado ya la acertada frase de que el revival de los ochenta ya ha durado más que los propios años ochenta. La industria sabe de esa nostalgia, de ese sentimiento de pertenencia, y sigue explotándolo al máximo con cientos de productos, series, giras de conciertos y todo lo que podamos imaginar. Ahora, incluso, han tenido en cuenta que aquellos niños de EGB han tenido hijos e incluso nietos y enfocan su viaje al pasado para que sea en un coche familiar.
"Fumar en transporte público"
Teniendo en cuenta este contexto, lo cierto es que las redes sociales están llenas de perfiles dedicados a compartir recuerdos de este tipo, como el exitoso Yo fui a EGB, y también, como en esta ocasión, surgen iniciativas que avivan la nostalgia casi sin querer. Es el caso del hilo colaborativo que ha empezado el perfil de Relatando Historia, dedicado a "difundir curiosidades históricas desde el punto de vista más objetivo posible". Una simple pegunta, emulando el estilo de Un, dos, tres, ha sido suficiente para generar miles de reacciones:
Así, han sido muchísmos los tuiteros los que han querido echar la vista atrás para recordar situaciones de todo tipo: desde viajar en aquellos coches llenos de gente para irse de vacaciones hasta la modernidad de ir a devolver a la tienda de ultramarinos los envases retornables, pasando por el característico vocabulario de los niños de la época que ha llegado, en parte, hasta nuetra época y por hábitos tan olvidados ahora como el de rebobinar las cintas de casette con un boli Bic:
No obstante, la nostalgia es un arma de doble filo y nos impide recordar que aquello no era un mundo de color de rosa como podemos pensar desde la distancia. De hecho, lo más probable es que no se eche de menos esa época y todo lo que conlleva, sino que se eche de menos ser un niño o un adolescente despreocupado y feliz. Por eso, algunos de los tuiteros han querido recordar capítulos también duros y peligrosos de los ochenta que suelen pasarse por alto:
Y es que a pesar de la nostalgia, de echar de menos a los que no están, de recordarnos jóvenes y con toda la vida por delante, el tiempo pasado no fue mejor.