Nunca antes 75 segundos dieron para tanto. Este es el tiempo que duraba el fragmento del vídeo en el que se veía a Felipe VI sentado al paso de la espada de Bolívar en la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia. Ahora sabemos que el rey sí se levantó al saber que estaba ante ese símbolo que, en un principio, no iba a formar parte de la ceremonia. Pero ya habían corrido ríos de tinta en las redes sociales con Pablo Iglesias capitaneando la reprimenda al monarca.
El exvicepresidente del Gobierno ha llegado a instarle a Pedro Sánchez que llame al orden a Felipe VI y le pida "respeto" porque "ha querido humillar la dignidad democrática de España y el honor de las naciones latinoamericanas". También ha considerado que la postura de los ministros al sacarle hierro al asunto es una "cobardía indigna que solo ayuda a la (ultra) derecha". Tanto a través de su cuenta de Twitter como en la columna que escribe en Ctxt, el fundador de Podemos se ha despachado a gusto.
La formación morada, por su parte, ha anunciado que preguntará al Ministerio de Asuntos Exteriores si la actuación del rey estaba "refrendada con el Gobierno, como exige la Constitución" y considera que el asunto "requiere de disculpas por parte de nuestro país". Mientras, en las redes sociales se ha avivado el debate entre los que opinan como Iglesias y creen que ha sido una afrenta consciente e intolerable y los que apoyan que Felipe VI no se haya levantando conscientemente.
Iglesias ha estado especialmente activo en sus redes con este tema, analizando múltiples factores y rechazando la teoría de que finalmente el rey sí se haya levantado, recogiendo críticas y alabanzas por ello. Entre las primeras, ha sido especialmente popular la del padre de Marta del Castillo, Antonio del Castillo, que se ha mostrado especialmente contundente con él. Así, ha comparado el momento de la espada bolivariana con pasear la espada del Cid ante los dirigentes de países árabes:
"A ver qué dice usted y los suyos", le ha retado Del Castillo, recibiendo una ovación por su zasca:
Pero también ha recibido Del Castillo bastantes lecciones de historia porque su símil no podía estar peor escogido. Y es que aunque al Cid se le asocie con la figura de un héroe nacional, como hemos analizado en este artículo de EL ESPAÑOL, "desplegó una política personal de cambio de lealtades según le reportase mayor beneficio". Han sido muchos los historiadores que lo han retratado como un "enemigo de la patria, violador de iglesias, cruel, perjuro; un mercenario, una especie de condottiero del siglo XI, ansioso de gloria y de botín", escribió Antonio Ballesteros en La España del Cid.
El Cid, como le recordaron a Antonio del Castillo, fue desterrado y se puso al servicio del taifa de Zaragoza participando en batallas, algunas contra cristianos. Por todo ello, el hombre decide recular y ha sugerido otra comparativa: "También se puede poner de ejemplo la espada de Hernán Cortés cuando vengan estos mismos a España. A ver qué gracia les hace. En España tenemos espadas para todos los países y pasearlas no es lo más apropiado", ha rematado.