El intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner en la madrugada de este viernes a las puertas de su casa en el bonaerense barrio de La Recoleta, donde se congregaba una multitud de simpatizantes, no ha generado un debate acerca de las posibles consecuencias que hubiera tenido en Argentina su consumación. Un suceso que hubiera perturbado, aún más, el futuro del país. Tampoco sobre la espiral de tensión cada vez más acrecentada en una sociedad políticamente fracturada. Ni siquiera la controversia propia de un asunto relativo a la seguridad.
La disputa más extendida ha sido la conspiranoica: la posibilidad de que la vicepresidenta argentina esté detrás de su propio intento de asesinato casi para luego acudir a su funeral como Tom Sawyer. En Twitter ya están cavadas las trincheras: los que extienden la sombra del "montaje" —el término que ha hecho fortuna como tendencia— y quienes los rebaten.
La bala no salió, pero sonó el chasquido de dos disparos encasquillados. Fernando Andrés Sabag Montiel, de origen brasileño y 35 años, apretó el gatillo, pero no quitó el seguro de un arma que alojaba en su recámara cinco balas del calibre 32. Con tatuajes nazis y antecedentes penales, uno de sus mejores amigos ha declarado en la televisión argentina que Sabag ya "no tenía nada que perder". De él dibujó una infancia marcada por el bullying que siempre arrastró hasta anegarse en un presente confuso.
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Que la bala no saliera, que los guardaespaldas no lo frenaran, que el presidente argentino, Alberto Fernández, haya decretado fiesta nacional o las encuestas de medios afines postulen a Kirchner, inmersa en un peliagudo proceso judicial que cuestiona aventando a sus seguidores, como posible candidata la Casa Rosada, son motivos suficientes para que muchos cuestionan la veracidad de lo sucedido.
Estos son algunos de los tuits con más tirón de quienes hablan de montaje: