A medida que vamos cumpliendo años, la gente nos saca de nuestras casillas con más facilidad. Sin darnos cuenta de que nosotros formamos parte de este ente al que maldecimos cuando pisamos, por ejemplo, un excremento canino o nos percatamos de que nuestro coche tiene un nuevo rayazo, clamamos contra esa masa social que no cumple con los principios más básicos del civismo. Ahondando en ello, la teoría del carrito del supermercado se ha hecho viral en los últimos días al descifrar uno de los comportamientos más extendidos y penados socialmente.
Aunque en España la mayoría de supermercados cuentan con un sistema de moneda para que nadie sustraiga los carritos y garanticen su correcta colocación, todavía quedan superficies comerciales que dependen de la buena voluntad de la gente y es ahí cuando se desarrolla la teoría. Una hipótesis que se hizo viral por primera vez en mayo de 2020 y que ahora ha regresado de la mano de Paula la del BOGC (@oposipaw), cuya publicación al respecto ha alcanzado a más de 9 millones de usuarios en Twitter.
En su comentario se puede ver una fotografía del aparcamiento de un supermercado Mercadona con varios carros dejados a su suerte y estrellados contra columnas, en su mayoría. A su lado, el texto en inglés de una teoría que señala a las personas que no colocan el carro en su sitio porque saben que no hay ni una gratificación ni un castigo por hacerlo, a pesar de que sea lo correcto y lo más práctico pensando en el resto de clientes y en los propios trabajadores.
"La bondad de su corazón"
Resalta que devolver el carrito es una tarea fácil que "todos reconocemos como lo correcto y apropiado" de un modo objetivo, pero como no se trata de una práctica ilegal, se presenta como un ejemplo muy claro para ver si una persona hará lo que corresponde sin estar obligada a ello. "Nadie la castigará por no devolver el carrito de la compra, nadie la matará por ello, lo devolverá por la bondad de su propio corazón", señala el texto, sentenciando que cumplir o no con la tarea señalaría si uno es buen miembro de la sociedad o no.
Sin ser tan drásticos, quizás lo que sí podemos sacar en limpio de esta teoría es que la gente que no coloca el carrito donde corresponde tiene, en primero lugar, una falta de civismo y empatía que tendrían que trabajar. Ser conscientes de que cualquier acción afecta a los demás en menor o mayor medida. Entre los muchos comentarios que ha suscitado, hay quien relaciona esta idea con el imperativo categórico de Kant: un mandamiento autónomo que, sin depender de ninguna religión o ideología, rige el comportamiento humano.
Lo que está claro es que nunca volveremos a mirar del mismo modo a los carritos descolocados del supermercado.