Que alguien pare la parafernalia que se ha ido montando en torno a las bodas, por favor. Que vuelvan las de la iglesia o el juzgado, el convite en el restaurante del pueblo y el dúo de salsa para amenizar la barra libre. Volemos por los aires las prebodas y las postbodas, los photocall y los disfraces, las bengalas y las máquinas de humo, las coreografías y, sobre todo, la estúpida moda del trash the dress que a punto ha estado de costarle la vida a la novia que protagoniza la siguiente historia.
Se llama Amy Zuno y una de las imágenes de su boda está dando la vuelta al mundo. La secuencia fue captada en Bahía Montego, en Saint James, una ciudad de la costa norte de Jaimaca donde estaba celebrando con sus seres queridos. Precisamente, en un momento dado, quiso tener esas imágenes del trash the dress, que consiste en una sesión de fotografías nupciales en actitudes o localizaciones un poco diferentes, pero ataviados con sus trajes de ceremonia.
Ella, con un gran vestido de satén, se lanzó al mar desde una embarcación con un corrillo de invitados coreándola, mientras su marido, Eric, la esperaba nadando tranquilamente. Sin embargo, lo que en la cabeza de todos parecía espectacular, puso en peligro de muerte a la joven. La tela multiplicó su peso al mojarse y la falda se dio la vuelta, elevándose por encima de su cabeza y hundiéndola en el mar durante unos agónicos segundos hasta que su marido y otros amigos lograron rescatarla:
El vídeo, publicado ahora por esta cuenta de Twitter, acumula más de 8,4 millones de reproducciones en la red social. Sin embargo, no se trata de unas imágenes actuales, sino de un clip que ya se había viralizado en mayo de 2015, cuando salió en varios medios anglosajones, como el Daily Mail. De hecho, el periódico británico recogió las declaraciones en las que Zuno, natural de Riverside (Nueva Jersey), decía no arrepentirse de su salto.
"Sentí el peso del vestido sobre mí, escuché gritos y gente saltando al agua, así que pensé: 'Está bien, tal vez me acabo de casar y me voy a morir hoy'", relató la mujer. Su marido, por el contrario, reconoce que "comencé a entrar el pánico cuando no pude quitarle el vestido de la cabeza". Ocho años después, la hazaña de Zuno se ha vuelto a popularizar y, de paso, a dejar no pocos comentarios en Twitter:
Esperamos al menos que sirva de ejemplo a otras novias que quizás se lo hubiesen planteado.