Seguro que en más de una ocasión has visto tatuado este símbolo compuesto por tres espirales que se unen en un mismo eje central. Tras este popular tatuaje en forma de hélice, denominado triscelio, trísquel o tríscele, hay mucha historia detrás. Y es que, a pesar de su antigüedad, su influencia se ha extendido hasta nuestros días.
El signo puede contemplarse en multitud de elementos: desde ropa y joyería hasta tatuados en la piel. Esto se debe a que, de algún modo, posee una gran belleza artística. De origen celta, y comúnmente conocido como triple espiral, representa la perfección y el equilibrio en la cultura.
Para los celtas, el número tres era una cifra sagrada, por lo que el trísquel es también un símbolo sagrado que, antiguamente, sólo podían llevar los druidas, que eran personas de la clase sacerdotal que se encontraban en algunas partes de la Europa céltica, como Gran Bretaña, Irlanda, el norte de España (muy común en Galicia y Asturias) y la Galia.
Así pues, las tres espirales representan las distintas partes que conforman al individuo: cuerpo, mente y espíritu. Pero también representa el aprendizaje entre el presente, el pasado y el futuro; el principio y el fin; el nacimiento, la vida y la muerte. Al final, los tres brazos de este símbolo representan al mundo físico, al mundo espiritual y al mundo de la mente. Además, el triscelio se utilizaba como talismán y remedio contra el mal de ojo. Es decir, los celtas lo utilizaban para protegerse de los peligros que pudieran acontecer, además de para atraer buenas y positivas energías, así como amuleto para obtener grandes fortunas.
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Como se ha citado anteriormente, el número tres era una cifra muy importante para los celtas. Tres son los elementos fundamentales (aire, tierra y agua), así como tres son los componentes del ser (cuerpo, mente y alma) y las tres dimensiones (largo, ancho y alto). Además, era frecuente en los celtas la utilización de tríadas, que es el conjunto de tres cosas o seres estrecha o especialmente vinculados entre sí. Para ellos los dioses eran trinidades, seres con tres nombres y/o tres aspectos.
En España, uno de los primeros registros que se tiene de este símbolo es en collares gallegos, que datan de épocas muy antiguas. En Galicia, la cultura celta estaba muy asentada, por lo que el signo estaba muy presente, tanto a nivel artístico como espiritual. Además, se han encontrado trísqueles grabados en piedras en multitud de zonas del norte de España, sobre todo en Asturias y Galicia, aunque también en algunas partes de Navarra, Cantabria y País Vasco.