¿Por qué un niño atacaría a otro? ¿Quién agrede un compañero hasta dejarlo exhausto? Son preguntas aparentemente fáciles de responder, pero esconden una realidad complejísima: el bullying en España ya es un mal endémico y los expertos no paran de repetir que hay que acabar con él desde la raíz, las aulas, el mismo sitio donde comienza.
Uno de cada diez alumnos de las aulas españoles ya ha sufrido acoso escolar, uno de cada tres ha agredido a un compañero. ¿Por qué? Por las características físicas de la víctima, por el "me tienen manía", "porque soy diferente" o, simplemente, por la agresividad de los acosadores. Esta última razón aparece cada vez más, la propia violencia de los agresores se ha convertido en el segundo motivo más frecuente por el que se produce bullying entre los menores españoles, según el último estudio de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) y la Fundación Mutua Madrileña.
Para frenar el acoso escolar hay que conocer todas sus variables, repasamos los datos clave del bullying en España:
Chicas que acosan a chicas por WhatsApp
A esta violencia se le une otro motivo de preocupación, la aparición del ciberbullying en las aulas españolas crea un panorama desolador: los menores que sufren acoso pierden el único espacio que tenían donde estar en paz, su casa. Cuando el acoso se produce a través de un teléfono móvil, un aparato con el que los adolescentes conviven cada día, los ataques no cesan: el acosador vive en la pantalla de las víctimas.
Sin embargo, el informe de éstas fundaciones revela que, estadísticamente, el tipo de acoso depende del género: cuando los varones hacen bullying lo hacen en mayor medida agrediendo físicamente a sus víctimas, intimidándolas. Mientras que cuando son las mujeres las que atacan lo hacen a través de internet, las acosadoras atemorizan a sus víctimas no sólo insultándolas o amenazándolas, también a través de fotos o imágenes comprometidas o difundiendo su información personal.
El motivo por el que se produce esta diferenciación de género es por los comportamientos de los menores: los chicos son más propensos a actuar de manera violenta y física, mientras que las menores buscan otras vías de hacer daño. Hoy uno de cada cuatro casos en España es de ciberacoso y cuenta con más víctimas mujeres (66,7%) que hombres (33,3%), una variable que no ha cambiado en los últimos años. Este tipo de acoso se produce en torno a los 13 años, una edad superior a las del acoso presencial -con una edad media de 10,9 años-, fundamentalmente por la edad a la que se tiene acceso a las nuevas tecnologías, en especial a los teléfonos móviles, ya que el WhatsApp es el arma principal de los ciberacosadores. Aunque se han detectado casos a los nueve años.
El acoso a través de dispositivos con internet ha creado dos variables importantes en torno al bullying. La primera es el control que los padres hacen del uso de esos dispositivos: "Ya hemos visto las primeras sentencias judiciales que condenan a padres porque sus hijos hacían ciberbullying", recuerda el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin. La segunda, el desconocimiento de los jóvenes sobre que sus acciones pueden constituir un delito, piratear una cuenta personal de una red social o suplantar la identidad de su víctima, no sólo son modos de acoso, sino que pueden tener consecuencias legales.
La pandilla que defiende
En los últimos años las constantes campañas y la presencia mediática del tema han conseguido que cada vez el acoso sea más visible y que cada vez más menores denuncien su situación -aunque las víctimas aún tardan más de un año en actuar-. Pero también han logrado que los compañeros de clase de los acosados no sean meros espectadores, sino que actúen.
Si hoy se produce una agresión en un colegio español la mitad de los compañeros de la víctima saldrán en su defensa, una noticia que Yanire Gutiérrez psicóloga de la Fundación ANAR valora como positiva: "Esto apoya nuestra propia teoría porque demuestra que cuando los espectadores saben cómo actuar lo hacen. Es importante que los compañeros de las víctimas tengan conciencia de lo que es el bullying y tengan herramientas para actuar contra él".
También han aumentado el número de acosados de se rebelan contra sus agresores -del 21% al 51,8%-, una cifra que Gutiérrez la explica por "el aumento de la dureza de las agresiones, lo cual podría generar una mayor respuesta".
¿Si acosan a mi hijo debo cambiarlo de colegio?
Desde 2015, en los casos de ciberacoso, se han triplicado las víctimas que han optado por cambiar de colegio. La cifra, sin embargo, ha disminuido en el acoso presencial. Pero esta medida es completamente "ineficaz" según ANAR. "No debe ser tenida en cuenta, ni ser la idea inicial de los padres porque el menor puede vivirlo como una manera de evitar el problema en lugar de solucionarlo o incluso como un castigo", señala Gutiérrez.
"Cuando un niño es víctima de acoso escolar no puede sentir que no hay recursos para solucionar su problema, eso es contradictorio para él y nunca puede ser el mensaje que tenemos que dar", afirma la psicóloga. Por el contrario, hay que buscar "medidas conciliadoras", siempre teniendo en cuenta quién es la víctima y quién el agresor. "En el caso del ciberbullying, además, sacar al menor de su colegio carece de sentido porque al final puede seguir siendo acosado a través de las nuevas tecnologías, el hecho de no tener contacto físico con los acosadores no garantiza nada", sentencia Gutiérrez.
¿Qué hacer ante esta situación?
"Hay que dirigirse primero al centro escolar y que sea allí donde se tomen las primeras medidas, hoy prácticamente el 90% de los profesores están informados sobre lo que hay que hacer en este tipo de situaciones. En ese momento hay que tomar medidas de carácter punitivo contra el agresor y hacer una supervisión del caso. Además, en los casos de ciberacoso los padres deben controlar el uso que sus hijos hacen de las redes sociales".
Pero sobre todo, recuerda la psicóloga de ANAR, los padres deben "mantener la calma" y transmitir a los chicos "tranquilidad". "Muchos menores tardan más en contárselo a sus padres porque tienen miedo de preocuparles, por lo que deben mostrarse empáticos y razonables, aunque sin pasarse porque no pueden decir 'no pasa nada' si no 'vamos a buscar una solución' y ponerse en marcha".
¿Qué es lo que nos queda por hacer como sociedad para tener una cuota de acoso 0?
"Es fundamental seguir avanzando en cuanto a la visibilización y concienciación del acoso escolar. Tenemos que replantearnos por qué los menores recurren al uso de la violencia y promover valores como el respeto, la empatía, la solidaridad... Cualquier tipo de violencia debe detectarse a tiempo y emprender las medidas oportunas con el máximo compromiso para que ningún menor tenga que verse expuesto a una situación así".