La primera vez que Vigo y Kumba, dos leones, vieron un árbol se asustaron. Habían crecido en unos carromatos pequeños y en continua itinerancia. No sabían lo que era un matorral.
Fueron los primeros animales salvajes liberados de un circo en España. A ellos les siguieron cinco leones y ocho tigres más procedentes de tres circos distintos que decidieron donar sus animales a AAP Primadomus, una ONG dedicada al rescate y a la rehabilitación de primates y grandes felinos. Hoy 13 animales salvajes que vivían en circos han descubierto lo que es correr, dormir al aire libre o seguir su instinto. Han dejado de vivir como autómatas.
Los animales de los circos "viven una vida de encierro perpetuo, en un entorno totalmente ajeno al que debería ser su hábitat natural y en unas condiciones en las que es imposible garantizar sus necesidades más básicas", explica Marta Merchán, coordinadora de InfoCircos. De hecho, el último rescate realizado el martes 10 de enero reveló el sufrimiento de los animales circenses. El Circo Francia cedió a Primadomus dos leones y un tigre. El estado en el que llegaron revelaba lo peor del negocio circense: "Les han extraído las uñas, una intervención habitual el en mundo del entretenimiento conocida como desungulación. Debido a la humedad del suelo de la jaula, no podían caminar normalmente sin resbalarse. A uno de los leones le faltaba parte del rabo", explicaba el equipo de rescate.
Animales, no objetos
Según explica Merchán a EL ESPAÑOL muchos de los dueños de los animales no son conscientes del daño que estos sufren. "Hay mucha gente del circo que de verdad tiene cariño a sus animales, pero es un amor mal entendido porque por muy buena voluntad que tengan nunca van a poder darles una vida como necesitan dadas las condiciones que conlleva la vida en el circo. Es imposible que se vaya a poder dar unos mínimos de bienestar a los animales salvajes".
Para Merchán la mejor prueba de ello es el hecho de que los circos renuncien a un beneficio económico por el bienestar de los animales. En lugar de venderlos a otros circos o vender sus pieles "para que acaben muertos" deciden ponerse en contacto con una asociación que cuide de ellos. Los 13 tigres y leones rescatados por Primadomus viven ahora en el centro de rescate de la organización en Villena (Alicante) donde habitan en plena naturaleza y pueden ser animales de verdad y no objetos utilizados en un espectáculo. "Aunque nos entristezca, los animales de circo no pueden volver a la naturaleza porque morirían. Al haber sido separados de sus madres en su más tierna infancia no han aprendido las normas de conducta de su especie y no sabrían como comportarse", explica la organización.
Renovarse o morir
El hecho de que los circos decidan renunciar a sus animales no es aleatorio, narra Merchán. "Los que han dado el paso no es porque se hayan dado cuenta de que está mal utilizar animales, lo están haciendo porque ven que se les termina la posibilidad y que se les cierran muchas puertas".
Con el paso del tiempo, este mundo farandulero y nómada, de viajar de ciudad en ciudad para ofrecer decenas de espectáculos al año, está cambiando. Poco a poco los negocios circenses van renunciando a incluir fieras en sus actuaciones. "Ya hay muchos más circos que no tienen animales que los que sí que los utilizan. El circo moderno es el que no contempla su uso", cuenta Merchán. Esto es fruto de una tendencia social que va obligando a los circos a renovarse, ya que cada vez más la sociedad veta este tipo de espectáculos y prefiere otro tipo de funciones más orientadas hacia las artes escénicas. "En la sociedad este tipo de entretenimiento que antes era normal ha pasado a considerarse inaceptable. Tener a una serie de animales confinados y llevando una vida totalmente ajena a lo que ellos necesitan simplemente para media horita de entretenimiento es ya inadmisible. Ese tipo de circo ya es algo que está obsoleto", concluye Merchán.
Para que los profesionales circenses renuncien a los espectáculos con leones, tigres o elefantes es imprescindible, además, que a nivel político y legislativo se desarrollen mecanismos que los defiendan. En España no existe ninguna ley estatal que regule la situación de los animales, algo que sí ocurre en la mayoría de los países europeos.
Una sociedad más animalista
Sin embargo, sí que hay un movimiento que poco a poco va teniendo más calado a nivel regional. Actualmente cuatro comunidades autónomas ya han prohibido por ley los circos con animales, la primera fue Cataluña en 2015 y le siguieron Baleares, Galicia y la Región de Murcia. Además, más de 450 municipios también los han prohibido. "Cabe destacar además que entre estos 450 municipios se encuentra la gran mayoría de municipios más grandes. De los 62 municipios españoles con más de 100.000 habitantes sólo 12 siguen permitiendo los espectáculos de circo con animales, lo cual supone solamente un 19%", anuncia Merchán.
Unas cifras que esperan que sigan subiendo porque "hay una gran demanda social al respecto" y porque "este es un tema que no tiene color político, la mayor parte de los partidos están apoyando la medida es algo con lo que hemos encontrado muy poca oposición". Así muchos más animales como Vigo y Kumba no tendrán que vivir confinados y maltratados.