Cuando Valentina Cepeda se puso la ropa de trabajo en la mañana de este miércoles nada parecía indicar que su jornada fuera a diferir de cualquier otra. A sus 58 años, y con toda una vida como limpiadora del Congreso, se incorporó a su puesto pensando que se trataría, al menos para ella, de un Pleno más. Se equivocaba.
Su papel iba a ser esencial: ella, aunque aún no lo supiera, iba a ser la responsable de que todo fluyera con la máxima normalidad posible: tras cada intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y cada uno de los portavoces parlamentarios, habría de desinfectar la tribuna del Hemiciclo.
Barandillas, escritorio e incluso los micrófonos. Una y otra vez. Siempre rápida, siempre discreta.
Pero Valentina, que lleva 29 años ejerciendo su oficio en la Cámara Baja, a la que no suele gustar ser el foco, fue la reina de la jornada. Tanto, que los -pocos- diputados presentes le dedicaron una ovación. “Fue sorprendente. Es el primer aplauso después de 29 años”, sonríe en conversación con EL ESPAÑOL.
Toda una vida en el Congreso
Valentina Cepeda, cuando echa la vista atrás, siempre tiene un punto fijo vital: el Congreso de los Diputados. Esta madrileña aterrizó allí con apenas 29 primaveras y desde ese momento se ha convertido en una más. Es la veterana del servicio de limpieza de la Cámara, adjudicado, mediante contrato público, a la empresa Clece, que pertenece al grupo ACS.
En la actualidad, y teniendo en cuenta la situación de estado de alarma, la plantilla se encuentra en servicios mínimos. Son 30 -apenas un tercio del total, prácticamente todas mujeres-, y se distribuyen en sus turnos habituales.
Así lo ha hecho Valentina. Ella trabaja, de manera regular, de 8 a 15 horas. Es la responsable de lo que, en la Carrera de San Jerónimo, se conoce como el Edificio Palacio, el inmueble que acoge el Hemiciclo, de los varios que componen el recinto que conforma el Congreso.
“Ha venido mi jefa -la jefa de servicio, Gema Carretero- y poco antes me ha dicho ‘Valen, te toca’. Como estamos para trabajar, pues eso he hecho, trabajar”, desliza entre risas al otro lado del teléfono. “De verdad, me han explicado cómo tenía que ser y así se ha hecho. No hay más”. “Ha sido una cosa diferente por la mascarilla y los guantes, por lo demás, nada”, ahonda.
Valentina Cepeda siempre ha sido limpiadora. Antes de recalar en el Parlamento, higienizaba la sede de un sucursal bancaria. Pero lo hacía a tiempo parcial. Por eso, buscando e insistiendo en tener una jornada completa, sus jefes le dijeron que la trasladaban “pero que no me podían decir a dónde”. Llegó al Congreso. Y encajó.
Eran los años 90. Al frente de la Cámara estaba el socialista Félix Pons.
Desde entonces, mucho ha llovido para Valentina. “Hemos tenido un montón de presidentes y presidentas, también. Hemos vivido mucho en el Congreso, tanto bueno como a veces triste. Últimamente ha habido muchos fallecimientos de muchos políticos”, lamenta.
Porque, por mucho que pueda parecer, el equipo de limpieza sí que mantiene relación con sus señorías. “Con el trato diario te encariñas, porque al fin y al cabo estamos trabajando todos juntos”, arguye. “Con el cariño que les coges tienes mucha pena”.
Ella tiene un “especial sentimiento por el presidente Marín”. Sobre el que fuera diputado del PSOE, comisario europeo -padre del programa Erasmus- y cabeza del Congreso entre 2004 y 2008, afirma que se llevaban “genial y era un señor estupendo”.
Su fallecimiento fue uno de los grandes recuerdos que atesora Valentina de su plano laboral. También el de los socialistas Carme Chacón y el reciente Alfredo Pérez Rubalcaba.
Pero si uno destaca por encima del resto es la coronación del rey Felipe VI. “Jamás lo olvidaré”, ríe, nerviosa de repente. “Cuando yo vi esa corona al lado mío [sic], bueno, me moría”, admite. Tanto, que es una de las fotos que se hizo con sus compañeras en el Hemiciclo.
La veterana del servicio
Este Pleno monográfico sobre el Pleno monográfico sobre el coronavirus pasará también a esa colección. Aunque no con un puesto estrella, que conste. “Ha sido una anécdota diferente. No me lo imaginaba, yo iba a hacer mi trabajo con guantes, como en los últimos días. Lo incómodo ha sido la mascarilla, los guantes los llevamos últimamente. Pero es que lo demás ha sido muy normal”, se excusa.
La jefa de servicio, Gema Carretero, explica a este diario que Clece (ACS), la empresa adjudicataria, “ya nos había dado instrucciones para limpiar más a fondo”, pero que ha sido en la misma mañana de este miércoles, “desde Infraestructuras -es el que nos advierte de algo diferente o normal- llegó la instrucción”.
Fue Carretero la que decidió que Valentina sería la encargada de desinfectar el atril. “Valentina se encargaba del grupo, y tiene muchas tablas. Lleva toda la vida relacionándose con políticos. Son gente muy llana. No he dudado en ningún momento que tenía que ser ella. Pero salir ahí, impone. Sobre todo por las teles”, manifiesta.
De ahí su sorpresa por todo el revuelo. Y, claro está, del aplauso y los agradecimientos a su compañera por parte de sus señorías. “Realmente del servicio de limpieza se acuerdan bastante poco”, suspira Carretero. “Ha sido bastante sorprendente. Me alegro mucho por Valentina. Se lo merece”.
Así que allí estaba Valentina, espray desinfectante en mano. Hizo su primera intervención tras la primera alocución del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y justo antes de que hablara el líder del PP, Pablo Casado.
Tras limpiar con una bayeta el atril, los micrófonos y las barandillas de las escaleras que dan acceso a la tribuna de oradores, la trabajadora se retiraba ante el silencio de un hemiciclo cuasi vacío en el que sólo hay presentes 41 personas entre diputados, ministros y personal de la Cámara. Sólo la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, arrancó con los agradecimientos.
Al final, incluso Sánchez se sumó. "Gracias Valentina, y por extensión quiero agradecer a todos los trabajadores y trabajadoras del Congreso su presencia hoy aquí para poder celebrar este pleno". Y se desataron los aplausos de los escasos asistentes a la sesión plenaria.
Para ella, lo único que le sorprendió fue el aforo, pero tampoco tanto. “Como llevamos tantos años limpiando, estamos acostumbradas a verlo lleno y vacío. Si es verdad que hoy el Plena era un poco diferente y así se ha hecho. Diferente. Sin más”.