El caso extraordinario de Trebujena, el pueblo donde la mitad de su vecinos son sanitarios
1.700 trebujeneros trabajan en hospitales y ambulatorios. El alcalde admite que “por pura probabilidad” el virus se extenderá en esta población gaditana.
22 marzo, 2020 03:00Noticias relacionadas
En Trebujena, Cádiz, hace días que dan por hecho que el coronavirus Sars CoV-2 se expandirá por las casas del pueblo a no mucho tardar. “Aquí es cuestión de tiempo. Por pura probabilidad ha de ser así. Pero cuanto más tarde sea y cuantos menos afectados haya, mejor”, dice el alcalde, Jorge Rodríguez.
El regidor sabe que sus vecinos están más expuestos al contagio que la mayoría de gente de otros puntos del país porque más de la mitad trabajan en hospitales de Cádiz o Sevilla, principalmente, pero también de media España. “Ya hay un positivo en Trebujena. Es personal sanitario. Está bien, sin hospitalizar. Pero vendrán más, no me cabe duda”, admite el regidor, que milita en IU, partido hegemónico en la localidad desde las primeras elecciones democráticas.
Jorge Rodríguez sabe de lo que habla. En Trebujena viven 7.000 personas. Su población activa, la que está en edad de trabajar, ronda los 3.200 vecinos. Y aquí viene la clave: más de la mitad se emplean en el sector de la sanidad, aunque no todos sean personal sanitario como tal.
Hay celadores, enfermeros, pinches de cocina, cocineros, auxiliares de enfermería, médicos, técnicos de radiología, de radioterapia, de farmacia… Un batallón de batas blancas que desde hace días combate al coronavirus Sars CoV-2 fuera y dentro de Andalucía, pero que también están más expuestos al contagio que cualquiera.
"Saldremos de esta"
Según las cifras que maneja el Ayuntamiento, actualmente alrededor de 1.700 trebujeneros trabajan en centros ambulatorios u hospitalarios de la red sanitaria española. Algo más de 1.000 residen en Trebujena y ejercen en hospitales como el de Jerez de la Frontera, el de Puerto Real -ambos en Cádiz-, o los sevillanos del Virgen Macarena, Virgen del Rocío o Valme, entre otros.
Los 600 y pico restantes están repartidos por todo el país. “Cantabria, Aragón, Extremadura, Baleares... La gente de esos sitios hace bromas cuando nos ve llegar: ‘¿Otro trebujenero a este hospital? -relata el alcalde-. ‘Pero chiquillo, ¿ese pueblo cuánta gente tiene?’.
Pero no se trata del número de población. La clave radica en un movimiento local germinado hace casi 40 años en torno a los perfiles laborales sanitarios. En 1983, la Cruz Roja abrió un puesto de socorro en el pueblo mediante un convenio con el Ayuntamiento. Al poco creó la Escuela de Damas Auxiliares de Enfermería. En sus inicios sólo formaba a mujeres, con el objetivo de que el jornal del campo o el servicio doméstico no fueran sus únicas salidas laborales. Luego vendrían cursillos de celador y también la inclusión de los hombres.
Pronto, aquel centro se convirtió en lo que hoy es el orgullo de los trebujeneros, la Escuela Docente José Cabrera. Allí se forman auxiliares de enfermería, celadores, técnicos en radiología, cocineros y pinches de cocina tanto de Trebujena como de localidades vecinas como Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), o Lebrija y El Cuervo, en la provincia de Sevilla pero apenas a unos minutos en coche.
“En la casa uno siempre escucha que su gente más cercana trabaja en hospitales o en ambulatorios. Y eso, al final, cala”, dice María José Zambrano, una trebujenera de 32 años que desde junio de 2017 ejerce como técnico de farmacia en el hospital público Lozano Blesa de Zaragoza. “Si lo que nos gusta no podemos estudiarlo en el pueblo, como era mi caso, lo buscamos fuera. Pero casi siempre gira en torno a la sanidad”.
Ahora, cada día María José prepara el listado de medicamentos que le pide la supervisora de la UCI en la que se encuentran los enfermos más graves que llegan con el virus. En la cocina del hospital, dice, “la mayoría son de Trebujena”. “Son días complicados por el estrés que se vive y por no saber cuándo se frenarán los contagios. Pero tenemos que confiar en que saldremos de esta”.
En Trebujena resulta casi imposible encontrar una familia en la que no haya un par de miembros trabajando en la sanidad española. La madre de María José es celadora en el Hospital de Valme, en Dos Hermanas (Sevilla). La mayoría de las amigas de esta chica son técnicos en radiología, uno de esos ciclos formativos que se imparten en el pueblo. Y el hermano de María José, además de tener esta formación, es diplomado en Óptica y Optometría.
“Es como una tradición, como el que procede de una familia de abogados y al final se dedica a las leyes”, explica María José. “Pero en mi pueblo pasa con las profesiones sanitarias”.
El día que María José llegó a Zaragoza la recogió en la estación de tren una vecina de Trebujena. La chica trabajaba en el mismo hospital que la había contratado a ella. En estos tres años que lleva allí María José, a su vez, ha recogido a otros trebujeneros recién llegados a la capital aragonesa para trabajar en su sistema sanitario público.
En abril del año pasado, los trebujeneros se echaron a la calle para exigirle al Gobierno que encontrase a uno de sus vecinos, Manuel Tundidor, desaparecido en el Amazonas a su paso por Ecuador. Manuel, por desgracia, apareció ahogado poco después. Era técnico de radiología y estaba terminando la diplomatura de enfermería. Mientras su pueblo hacía ese llamamiento, 300 personas se reunían en la Plaza del Pilar de Zaragoza. También eran de Trebujena.
“Salimos de casa para conseguir puntos en la bolsa de trabajo y con el paso de los años poder obtener una plaza en Andalucía, más cerca de donde venimos. El trebujenero es echao palante para esto, aunque al principio cuesta dejar el pueblo. Siempre ayuda tener gente cerca que al menos conoces de vista, aunque nunca hayas cruzado palabra con ella”.
'La regla de Trebujena'
Son tantos los empleados sanitarios en este pueblo pegado a la desembocadura del río Guadalquivir que Trebujena dispone de dos líneas diarias de autobuses públicos para llevarlos a los hospitales de Sevilla y Cádiz. Además, en el pueblo hay tres empresas locales que hacen esa misma labor con el fin de cubrir todos los turnos de trabajo. Otros vecinos acuden a sus centros de empleo en sus propios coches o en vehículos colectivos que van rotando entre los ocupantes.
José Fernández, de Trebujena, tiene 40 años y es propietario de la empresa de transportes Aicartbus. La creó en 2015, al calor del sector sanitario. Antes de hacerlo trabajaba como conductor en una de las líneas del servicio público que pasa por el pueblo. Ahora es dueño de dos autobuses de más de 50 plazas y de un minibús. Cada día, sus vehículos van y vuelven tres veces a Jerez, primero, y después a Cádiz.
En la familia de José también se cumple ‘la regla de Trebujena’: dos hermanas de este empresario ejercen como personal de la sanidad pública. Una es celadora en el hospital Puerta del Mar, en Cádiz capital, y la otra es auxiliar de enfermería en el Tomillar, en Dos Hermanas, Sevilla.
“El trebujenero no le tiene miedo a salir de casa si es para conseguir una vida mejor. En cambio, yo conozco a gente que no quiere ir de Cádiz a Puerto Real a trabajar, y eso que sólo los separa un puente”, asegura José.
En su compañía de transportes, desde que se desató la crisis por el virus los usuarios de sus autobuses han de dejar plazas vacías entre sí. Una empresa externa desinfecta los vehículos “cada dos o tres días”.
“Pueden ser un foco y todos tenemos que ser responsables para evitar los contagios. Yo, el primero, que soy de los que mueve a toda esta gente”, cuenta José. “Por eso desde hace días conduzco con mascarilla”.
Cuatro trebujeneros en Ibiza
A 895 kilómetros de Trebujena y un barco o un avión de por medio, vive en Ibiza María Pruaño. Tiene 23 años y es enfermera. Llegó “hace ahora justo un año”. Trabaja en las Urgencias de Can Misses, el único hospital público que hay en toda la isla.
María convive en una casa alquilada junto a otros tres trebujeneros más. Su hermana, que también es enfermera; su cuñado, técnico en radiología, y una amiga, auxiliar de enfermería. Este pasado domingo a punto estuvieron de no poder volver a Ibiza en avión desde Sevilla por el caos aéreo generado tras la alerta decretada en España. Ahora no saben cuándo podrán volver a ver a sus familias porque la isla está cerrada.
María también viene de una familia de personal relacionado con la sanidad. Dos de sus tías trabajaron en hospitales de Mallorca, una de celadora y la otra como pinche de cocina. Ahora, sus primas pequeñas dicen que quieren ser enfermeras como ella y su hermana.
En Can Misses, María y sus compañeros de piso no son los únicos trebujeneros. “Hay muchos más”, dice la joven. En Urgencias hay turnos que entre técnicos en radiología, celadores y enfermeras son la mitad de la plantilla. “Eso ahora, que es invierno y no hay mucha gente de mi pueblo. En verano esto se colapsa. Con el virus existe mucha incertidumbre entre nosotros. Pero vamos a intentar hacerlo todo lo mejor posible. Espero que algún día nos podamos reír de la pesadilla que estamos viviendo”.
Tres enfermeras a Cuenca
El Ayuntamiento de Trebujena dispone de dos orientadores laborales. Uno de ellos es José Juan Arellano, al que en estos días le hierve el teléfono por la cantidad de contrataciones que la sanidad pública está haciendo en toda España. Él se conoce al dedillo el funcionamiento de la bolsa sanitaria del país.
“Por la crisis del virus se acaban de ir tres enfermeras de Trebujena a un hospital de Cuenca. Están buscando alojamiento como locas. Ahora, con la dificultad que hay para moverse en transporte público, por ejemplo, la gente se piensa más el irse fuera. Pero, aún así, lo hacen. No les importa que quizás sean contratos de poca duración. Lo importante es trabajar”.
Arellano recuerda una anécdota que ejemplifica a las claras la realidad de Trebujena. En una ocasión, llamó a un hospital de Cantabria para ver qué posibilidades había de colocar allí a varios vecinos de su pueblo. La respuesta todavía le hace soltar alguna risa. “Ya se había hablado de nosotros porque otros trebujeneros trabajaban allí. Me dijeron que habían buscado el pueblo en un mapa para saber si era muy grande. No entendían por qué llegaba tanta gente nacida aquí”.
Comparten coche con mascarillas y guantes
Una de esas personas que acude en coche al trabajo es Pepi, la madre de María José Zambrano. Pepi trabaja como celadora en Valme desde hace 11 años, aunque lleva más de 20 en ejercicio. Sus turnos son de 12 horas de día, 12 de noche al siguiente y tres días de descanso después.
La mujer, de 57 años, hasta la semana pasada acudía a su puesto de trabajo en un coche con otros cuatro empleados del hospital. Ahora ya sólo va con uno. “Uno va delante conduciendo y el otro en los asientos traseros pero en el lado contrario. Llevamos mascarillas y guantes”. De los siete celadores que hay en su turno de Urgencias, cuatro son de Trebujena.
¿Cómo está viviendo usted esta crisis sanitaria en su puesto de trabajo?, pregunta el reportero. “Hay mucho miedo y desconcierto. Falta material. A los celadores nos dan mascarillas muy finas, yo no sé si tendrán efectividad. Se están haciendo adaptaciones en el hospital para no juntar a los distintos enfermos con los positivos del virus. Sólo quiero que esto acabe pronto”.
La Masía de Trebujena
El centro José Cabrera a Trebujena es lo que La Masía al Barça: una cantera de profesionales. Isabel María Pérez López trabaja en un hospital privado de Jerez de la Frontera desde 2003. Nunca le ha faltado el empleo.
Aunque reside en El Cuervo, a 20 kilómetros de distancia por carretera, estudió en Trebujena los ciclos formativos de auxiliar de enfermería e Imagen para el Diagnóstico (lo que se conoce como técnico en radiología).
Desde hace una semana, Isabel apenas aparece por casa salvo para ducharse, comer algo y meterse en la cama a dormir unas horas. “Por el momento estamos consiguiendo no desatender a nadie. Estamos doblando turnos y echando más horas que un preso. Las parturientas y los enfermos oncológicos son prioritarios”.
Mientras en Trebujena se aguarda con recelo la expansión del virus por el pueblo, el alcalde recuerda algo que llegó a sus oídos hace unos meses. Al director de la sucursal de un banco en la localidad lo llamaron desde la central de la entidad para darle la enhorabuena. Medio en broma, medio en serio, le dijeron: “Es el sitio de toda España donde tenemos más nóminas de la administración. ¿Cómo lo consigues?”. Contestó que él no tenía ningún mérito, sino que la mayor parte de sus vecinos trabajan en el sector de la sanidad pública.
Parece que la apuesta en Trebujena les ha traído éxito. En los últimos siete años han reducido el paro del 38% en 2012 al 20% actual. En ciudades próximas, como Jerez de la Frontera o Sanlúcar de Barrameda, todavía no han bajado del 30% de tasa de desempleo.
“En mi pueblo hemos optado por la rama sanitaria desde hace muchos años. Y nos da resultados. Ahora estamos orgullosos de contribuir a que España pueda salir de esta crisis”, asegura el alcalde. “Porque salir, saldremos”.