Según asegura la Dirección General de Tráfico (DGT) en su página web, los sistemas automatizados de vigilancia de la velocidad mejoran la seguridad en las carreteras. Juntamente con las cámaras que comprueban el uso del cinturón, estos dispositivos permiten a la institución controlar con eficacia que los conductores respeten las reglas de circulación, midiendo la velocidad de los vehículos y amonestando a aquellos que no respeten los límites establecidos.
En total, la DGT cuenta con 2.082 radares repartidos por toda la geografía española a excepción de Navarra, el País Vasco y Cataluña, que cuentan con sus propias administraciones de tráfico. Esta cifra se desglosa en 1.324 radares móviles, 666 radares fijos y 92 radares de tramo. Tal y como se anunció el año pasado, el organismo invirtió 17,5 millones de euros en la adquisición de 150 nuevos sistemas que se sumaron al inventario total.
En el comunicado de entonces, la DGT justificó la ampliación del número de controles de velocidad aduciendo que “la implantación de estos sistemas permitirá ampliar el alcance del control de las velocidades y continuar con la labor de mejora de la seguridad”. Como es natural, el objetivo último de este tipo de medidas pasa por reducir una siniestralidad vial que ha sufrido un aumento tanto en lo que se refiere a accidentes como en lo que se refiere a víctimas.
Pese a todo, existen maneras de saber si los radares que nos encontramos en los desplazamientos por carretera se encuentran activos o no y, en consecuencia, saber si existe la posibilidad de ser multados al sobrepasar el límite de velocidad. Aunque la mejor forma de evitar cualquier tipo de multa, así como contribuir a la seguridad vial tanto de los que viajan en el coche como del resto de los viajeros, sea respetar los límites, con un poco de observación se puede comprobar si los radares están o no apagados.
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¿Cómo saber si un radar está activo?
La forma de saber si hay un radar activo tras las señales que anuncian su presencia depende del tipo de radar que sea. Por un lado, están las cajas instaladas en el margen derecho de las carreteras. En estos casos, hay que fijarse en el cinemómetro del interior del recipiente y fijarse si hay una lente. Se trata de una tarea que debería recaer sobre el copiloto, ya que puede suponer una distracción para el conductor.
En caso de que no haya una cámara, no hay radar. Sin un dispositivo que registre las imágenes de los coches que pasan es imposible multar a nadie. ¿Por qué hay algunas cajas vacías? Simplemente porque no hay suficientes sistemas para todos los controles habilitados por la DGT. Al ser limitados, los empleados del organismo los van moviendo de lugar cada cierto tiempo. Eso sí, la caja y la señal se quedan en su sitio permanentemente y sirven como elemento disuasorio para que los conductores respeten las restricciones.
Por otra parte, están los radares instalados en lo alto de los arcos luminosos, muy comunes en las autovías. En este caso, hay que fijarse bien en los pilares de las estructuras. Si se ven unas escalerillas, lo más seguro es que el arco cuente con el sistema de control. Los operarios de la DGT emplean estas escalas para subir al arco y montar o desmontar los sistemas por lo que, si están, no cabe duda de que el radar está activo y preparado para multar.
Recientemente, la DGT ha adoptado una nueva medida. Mucha gente reduce la velocidad justo al rebasar la cámara, de manera que se ajustan al límite de un frenazo para, poco después, volver a acelerar cuando han salido del objetivo. Frente a esto, la DGT ha comenzado a poner radares dobles, en cascada o con sistemas antifrenazo, de manera que los conductores no lo tengan tan sencillo para saltarse 'a la torera' los controles.