Feliz. Es la palabra que más repite Isabel Domenech durante su entrevista con este periódico. Perdió su anterior empleo a los 60 años, pero desde hace un año y medio trabaja como recepcionista en uno de los hoteles de ILUNION, una oportunidad que ha dado un vuelco a su vida, y también a su futuro.
Isabel se mudó joven con su familia a México y allí estudió la carrera de Turismo. Adquirió su primera experiencia laboral en hoteles de la zona, pero un problema familiar hizo que tuviera que regresar a España de manera algo precipitada. Con casi 30 años tuvo que empezar de cero: “Cuando llegué mi carrera aquí no servía y estuve más de un año en el paro. Trabajé en lo que pude, pero yo quería trabajar en turismo”.
Estuvo en una firma de moda y en un videoclub, hasta que a los 35 encontró, por fin, algo de lo suyo. Trabajó como recepcionista en una cadena hotelera durante 13 años, sin embargo, la situación en la empresa no fue la mejor y, en sus últimos años en este empleo, Isabel llegó a sufrir dos ictus. “Estuve seis meses de baja, no me ha quedado ninguna secuela, pero fue un bajón físico muy grande”, comenta.
A raíz de este incidente perdió el trabajo. Lo intentó por cuenta propia, poniendo en marcha un negocio que apenas duraría dos años. Como consecuencia, relata, “me quedé otra vez en el paro, no encontraba nada”. La edad empezaba a ser un factor limitante para volver al mercado laboral.
Isabel vivió en primera persona una dura realidad: a partir de los 55 años las oportunidades profesionales son más bien escasas. Según datos del INE, hay más de medio millón de personas mayores de 55 que buscan empleo, un 16% más que hace cinco años. Además, se trata, por lo general, de parados de larga duración (lo son el 74%) que ven cómo sus oportunidades laborales disminuyen a medida que cumplen años. La mayoría considera que, a partir de esta edad, se ha quedado fuera del mercado laboral para siempre.
“Vas por ahí a hacer entrevistas y no te ven, ven a una señora de mucha edad y ya está”, afirma rotunda Isabel. Ella, además de haber sufrido dos ictus, padece fibromialgia y artrosis, con lo que le otorgaron el grado mínimo de discapacidad del 33%. Con su nueva situación buscó empleo en varias agencias especializadas en inserción laboral de personas con discapacidad. Tuvo un primer contacto con el Grupo Social ONCE y, sin saberlo, fue el paso hacia una oportunidad de empleo en ILUNION, una compañía que cuenta, entre otros servicios, con una cadena de 31 hoteles repartidos por toda España
Al poco tiempo surgió un puesto en la recepción del Hotel ILUNION Pio XII, en Madrid. Tras un par de entrevistas, a Isabel le llegó la ansiada noticia de que había conseguido el empleo: “Se me puso una sonrisa que no se me ha quitado hasta ahora”, cuenta emocionada.
“La sensación de seguir siendo útil”
La cara de Isabel se ilumina cuando habla de su día a día en el hotel: “Es una alegría venir aquí, por la oportunidad que me han dado y la sensación de seguir siendo útil”. Entre sus tareas en la recepción están el atender a los clientes, preparar las llegadas y salidas, resolver los pequeños problemas que puedan surgir durante su estancia… En definitiva, “que el cliente se vaya contento”.
Pero lo que más disfruta de este trabajo es poder prestar asistencia a las personas. “Es un trabajo muy agradable. Es bonito ayudar a la gente y, cuando te lo agradecen a ti, más bonito todavía”. Toda esa ayuda que Isabel ofrece a los clientes del hotel con una sonrisa perenne le está siendo devuelta por parte de la empresa. Y es que, con este empleo, asegura, su situación vital ha cambiado “como el día y la noche. El poder cubrir no solo mis necesidades y el llegar a fin de mes, sino pagar la hipoteca de mi casa, el poder veranear o hacer un viajecito y la oportunidad que me han dado de poder jubilarme decentemente”.
El descubrimiento de otro mundo, el de la discapacidad
El año y medio que Isabel lleva atendiendo la recepción del Hotel ILUNION Pío XII también ha sido un descubrimiento, confiesa, “de otro mundo que no conocía. Este mundo de la discapacidad que está ahí latente, pero no lo vemos. Y yo ahora me siento orgullosamente parte de este mundo”. La inclusión social es uno de los grandes propósitos de ILUNION, que cuenta con una plantilla de más de 40.000 personas compuesta por un 43% de personas con discapacidad.
Isabel, que ahora vive de cerca la realidad de la discapacidad con sus compañeros en el hotel, afirma que “vivimos en una sociedad donde dicen que somos todos iguales, pero no es verdad. Yo aquí sí siento que somos todos iguales. Podemos trabajar perfectamente en cualquier área, personas que son sordas, que ven menos, que les falta una pierna, que tienen un problema neurológico… Y trabajamos todos al mismo nivel que una persona sin discapacidad. Eso es muy bonito y me ha gustado mucho descubrirlo aquí en ILUNION”.
Una labor que, en palabras de Isabel, “no se debería quedar solo en ILUNION. Las empresas creen que una persona con discapacidad es una carga y eso no es verdad, es una persona tan valiosa como otra sin discapacidad. A lo mejor lo que tenemos que hacer es adaptar el puesto de trabajo a ciertas necesidades, pero ya está”. Por eso, afirma, conocer esta empresa ha sido especial: “Que vieran que una señora ya mayor puede trabajar, además de cara al público. En esto hay mucha humanidad, es lo que más agradezco. Yo estoy feliz”.