Los precios suben, tu sueldo sigue igual y las cosas no van bien. Las razones son muchas, pero se pueden resumir en tres: la crisis energética, la huelga de los transportistas y la guerra de Ucrania. Esta última, de la que se cumple casi un mes, ha sido la que lo ha disparado todo.
A pie de calle, la diferencia más grande se ha notado en los alimentos, sobre todo en el aceite de girasol y los cereales como el maíz o el trigo, importados de Ucrania y Rusia. Ahora que faltan, tanto ellos como los derivados de esos productos están empezando a subir de precio, y eso quiere decir que cuesta más alimentar a los animales, vender carnes y embutidos, cocinar pan y bollería, fabricar cerveza, producir huevos y leche o almacenar conservas. Nadie escapa de la influencia del aceite.
En este caso, es previsible que el encarecimiento de los piensos y los cereales provoque que la carne, en general, siga subiendo. Así se lo ha confirmado Enrique García, del departamento de Comunicación y Relaciones Institucionales de la OCU, a El Correo, debido a la situación en Ucrania. Antes de la guerra, el 42% de los cereales que importaba España venían del país invadido, según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX). Las alternativas a esta importación todavía no están claras, y de ahí viene el desabastecimiento.
La organización agraria Asaja, una de las organizadoras de la manifestación por lo rural el pasado domingo en Madrid, desveló además recientemente que el 60% del aceite de girasol que compra España lo hace a Ucrania, así como el 30% del maíz, el 17% del trigo, el 31% de las tortas de aceites vegetales y el 15,4% de leguminosas de grano. La subida de precios, por tanto, afecta también a los productos elaborados, o sea, todos los que llegan al consumidor después de ser procesados en las fábricas.
La lista es interminable, desde la mayonesa hasta la pastelería, los cereales de desayuno, el chocolate o las conservas. Y muchos más. En este caso, García da el dato de que subieron "un 4,5% en febrero", lo cual quiere decir que las empresas responsables están trasladando al consumidor sus propios dramas, como el incremento del precio de la luz y las materias primas. Dicho de otra manera: han paliado su crisis encareciendo tu cesta de la compra.
A pesar de todo Juan Ortín, director del Observatorio Sectorial DBK de INFORMA, explicaba al mismo El Correo que el ojo no debe ponerse sólo en Ucrania. Así, otra de las grandes culpables para esta escalada son las sanciones impuestas a Rusia por determinados países. Con ellas aumentan las tensiones de precio entre productos y materias primas, afectando a los resultados de las empresas. La reducción de la oferta de cereales en los mercados rusos y ucranianos impacta a la harina, panadería, bollería y pastelería. Por tanto, también a las pastas alimenticias, la fabricación de malta y cerveza y de bebidas espirituosas.
Otras comidas más caras
Hasta aquí han sido los alimentos más obvios, ahora pasemos a los que igual todavía no has notado. El primero, quizás el más evidente, es el precio de las frutas, verduras y hortalizas, sobre todo las patatas. ¿Por qué? Pues un poco por lo mismo: porque sus mayores productoras dentro de Europa son, precisamente, Ucrania, Rusia y Polonia.
En lo que respecta a la huelga de transportistas y la sequía que se vive en España, el efecto se están notando sobre todo en hortalizas como el calabacín, el pimiento o la judía. Faltan productos, faltan transportes y sobra demanda.
En segundo plano, el desabastecimiento y la sequía está empujando también el precio de los tomates, que por estas fechas se producen en zonas del Mediterráneo como Almería y Murcia, y también de los cítricos.