Son las 8 am del martes 22 de marzo en Madrid. El Polígono Barral de San Fernando de Henares está lleno de camiones y camioneros. El número de vehículos y conductores sube conforme pasan los minutos, el ruido aumenta. Entre todos está Miguel Ángel García, un transportista con más 30 años en el sector. Está decepcionado con los Sánchez: Raquel, ministra de transportes, y Pedro, presidente del Gobierno -ambos comparten el mismo apellido-. Se sintió "históricamente de izquierdas", por lo que no entiende por qué le tildan de "ultraderechista y violento".
Los ánimos están caldeados desde la primera hora. Los camioneros ven cómo la prensa acude. "Ahora, ¿no?", apunta alguno. Sienten que se les ha ninguneado hasta el momento y que, en los primeros compases de la protesta, se les ha dejado de lado. No obstante, la mayoría atiende amablemente a los compañeros que lo solicitan.
La situación no puede ser más adversa. Muchos apuntan que trabajan a pérdidas, que se hunden. "Muchos están desesperados y ya les da todo igual. Tienen la soga al cuello y nadie les ayuda. ¿Qué más da un poco más ahogados que un poco menos?", viene a decir el camionero con el que nos montaremos para realizar este trayecto.
Este tipo de reivindicaciones son harto complicadas. Llevan siete días laborables sin trabajar y, encima, van a emprender una marcha lenta, a 40 kilómetros por hora de media, durante tres horas y media por Madrid. "Gastaremos unos 80 euros de gasolina por camión en el día de hoy", expone un transportista.
El martes es el tercer día que se lleva a cabo esta forma de protesta. La primera fue el viernes, con 300 camiones —vayan multiplicando el precio para saber cuánto se están gastando los que acuden a diario, que son la mayoría—. "El martes fuimos unos 700 y este miércoles somos más o menos los mismos", aseguran algunos compañeros que rodean a García en el Polígono Barral antes de la salida. Este miércoles habrá una nueva concentración: esta vez saldrán desde el Wanda Metropolitano.
Miguel Ángel García reconoce que prefiere este tipo de reivindicaciones antes que las vistas en otros momentos. Defiende que él estuvo en los piquetes informativos, pero que no a todos se les puede controlar en momentos de tensión, donde cada uno al final actúa por impulsos y en situaciones límites, porque "muchos lo están pasando muy mal". Él no es así y por eso dejó de acudir, porque aun sabiendo que eran casos aislados, no quería tener nada que ver con algunas de las imágenes que se vieron.
Todos aquí recuerdan que no es lo habitual. Entre los transportistas que secundan la huelga pasan camioneros trabajando. El resultado es caso omiso. Como los que escuchan llover en un día en el que las nubes también están muy presentes.
En torno a las 10 de la mañana comienza la protesta. La Guardia Civil y la Policía Nacional escoltan el convoy, que ocupará unos 8 kilómetros de distancia.
Este transportista no pertenece —en el momento de la entrevista— a la Plataforma Nacional del Transporte. Él es de Fenadismer, que se acaba de unir a los paros y está negociando con el Gobierno. No obstante, está muy a favor de los convocantes del paro y muy en contra de aquellos a los que pertenece. Así están la mayoría. "Yo esta tarde me apunto a la Plataforma", comenta Miguel Ángel —cada vez son más—.
El hombre que nos acoge en su camión no parece cumplir ninguno de los cánones de aquellos camioneros que secundan la huelga para el imaginario colectivo. Él, de hecho, se siente más afín al PSOE históricamente que a cualquier otro partido, "sin pertenecer a ninguno", recalca. En este caso concreto, lo expuesto por la ministra Raquel Sánchez de "sectores minoritarios y de la ultraderecha" no parece cumplirse.
El hartazgo
Son las 9.45 horas. La Guardia Civil hace apenas unos minutos no sabía por dónde discurriría la marcha lenta. Tampoco lo sabían los camioneros. De repente, uno de los organizadores aparece con un papel: esta es la ruta. Alguien le hace una foto y al instante está en los grupos de Whatsapp y Telegram a través de los que se organizan los camioneros.
Nos subimos al camión de Miguel Ángel, que ya tiene en su móvil la foto. Tiene 51 años, es de Madrid, y lleva 33 años haciendo las veces de transportista. Nunca antes había vivido una cosa igual.
—¿Por qué ahora? ¿qué ha pasado? ¿cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso?
—Ha sido la subida de 30 céntimos del gasoil, pero eso no es lo único. La subida establecida para los transportistas en diciembre del 30% no se subido o se ha rebajado en algunas empresas. Con la que yo trabajo no he tenido ningún problema, pero ha habido otras que se lo han quedado. Con ese tema me siento un poco privilegiado.
Es el inicio de la ruta. Aún no hemos salido. Charlamos amigablemente con este veterano camionero para que nos explique cómo está viendo la evolución de la huelga. Cada día son más los camioneros que les apoyan. Muchos de los que no pararon la primera semana han comenzado a unirse. Miguel Ángel lo nota.
—¿Por qué cree que hay un aumento de los camiones que están realizando las protestas o secundando el paro?
—No visualizar por ningún sitio una salida sino todo lo contrario, que te desprestigien, que te insulten… Si hay una pequeña llama, pues es como si te echan gasolina encima. Había gente que no estaba aquí y no quería venir, pero está viniendo por cómo se nos ha tratado.
—Entiendo que se refiere a las palabras de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. ¿Qué le han parecido?
—Escuecen. Escuecen muchísimo. Cuando uno es un padre de familia, que te llamen ciertas cosas escuece mucho.
—La ministra tildó a los que pararon de "sectores minoritarios y de la ultraderecha". ¿Qué les ha parecido?
—Esa señora... Yo hasta ahora, sin implicarme en ningún partido político, me he sentido simpatizante socialista. Esto me hace replantearme… No sólo por la señora ministra, sino porque luego no ha sido corregida por nadie. Uno se puede equivocar, pero un compañero puede decirle que por ahí no va bien. Me están haciendo valorar mi propio criterio. Yo siempre he pensado que la gente de izquierdas debe ser más dialogante, escucha más a todo el mundo, intenta alcanzar una solución justa… Eso no lo estoy viendo.
El autónomo está preocupado. La precarización del sector la ejemplifica con facilidad. "Ahora ves en muchos bares de carreteras cómo muchos llevan su fiambrera con la comida. O comen o cenan en el bar, pero las dos cosas no pueden permitírselas. Están trabajando... Eso antes no pasaba".
La organización
Miguel Ángel García no sube el tono en ningún momento de la entrevista, ni durante la travesía de casi tres horas en la que le acompañan los reporteros. Durante la misma explica cómo se mantiene informado de las labores que realizan y las acciones a seguir.
"Tenemos el grupo 4 de Whatsapp, que es para aquellos que vivimos cerca de la A-4. Dependiendo de la carretera en la que vivas pues tienes un número", explica.
Llama a algún compañero a través del manos libres. La organización es sencilla, casi rudimentaria. Aquí los líderes son improvisados y, a veces, parecen los más tímidos. "Esto es más corazón que cabeza. Aquí no hay ningún profesional, vamos improvisando casi", comenta Miguel Ángel. De hecho, durante el camino que se realiza hoy, incluso llegarán a perderse del trazado original marcado. Gajes del oficio.
Aquí todos tienen en común una cosa: luchan por ellos y por todos sus compañeros. Saben que si se desintegra el bloque formado y caen en el desaliento pierden. Pero no parece que sea fácil dividirles, aquí todos van a una. No quieren "migajas": "Queremos que se sienten a hablar con nosotros".
Eso es lo que dicen José Augusto y Sofía. Son pareja y echan números a la cuenta de la vieja. "Nada más que tengas que llenar un camión de 1.500 litros como el nuestro, multiplica para saber a cuánto nos sale el depósito. Unos 3.000 euros. Ahora suma los seguros de la plataforma, de la carga, el autónomo, las reparaciones, que son más caras que las de un coche, las revisiones, los cambios de ruedas...".
Apuntan al Gobierno, pero también a Pedro Sánchez como culpable de la situación. "Me parece increíble que nunca nada es culpa de él. La gestión de la Covid-19 fue culpa de Fernando Simón y de Illa, el caso Delcy de Ábalos, ahora esto de la ministra de Transportes. Él nunca hace nada", conviene José Augusto antes de comenzar la marcha.
Comentamos estas palabras con Miguel Ángel en su camión. ¿Ve también que Sánchez se están escondiendo en este tipo de asuntos? El camionero responde sin tapujos.
—Sánchez ha cogido altos vuelos y los cortos no le interesan. Es verdad que le ha tocado lidiar con toros muy gordos. Ha tenido la crisis del Covid, la oposición no ha ayudado en nada, eso es verdad, pero ahora mismo él está con sus cositas de Europa y parece que está cayendo bien allí, que igual eso nos beneficia, pero bueno… Se ha olvidado del trabajo diario.
—También nos decía un compañero aquella frase recurrente cuando se quiere atacar al PSOE de que se ha olvidado de la O.
—Efectivamente, porque no sólo es el transporte, son todos los sectores primarios que se ven perjudicados porque en todos los sitios se están llevando el dinero los intermediarios. En origen se paga. El que tiene una fábrica paga un precio justo, pero luego pasa por uno, dos o tres intermediarios y el que coge un camión se lleva la mitad.
—¿Qué les pareció el acuerdo anunciado anoche? 500 millones de euros para el gasoil.
—Eso es lo de siempre. No queremos subvenciones, de verdad. Si nosotros pudiéramos trabajar al precio que queremos las subvenciones no las necesitaríamos. Si como sector me suben el gasoil 30 céntimos y yo puedo subir el coste 30 céntimos, no hay problema. El problema es que no me dejan, me marcan los precios a los que trabajo.
Contra los sindicatos
La solución parece fácil a vista de Miguel Ángel. Pide una mayor regularización del sector, dejando fuera a aquellos que se aprovechan de las circunstancias. "El Ministerio de Fomento lleva años publicando un observatorio de costes que tiene un presupuesto y ellos han analizado y visto que el coste de tener un camión es x. Pues únicamente lo que pedimos es cobrar ese equis".
Cierto es que, para eso, primero las partes deberían sentarse a hablar. No parece probable. Los actores a los que el Gobierno considera sujetos válidos a la hora de negociar son aquellos que repudian los camioneros que secundan la huelga. Aquellos a quienes apoyan los camioneros son los mismos que desde el Gobierno se tacha de "sectores minoritarios de la ultraderecha".
Los sindicatos aquí no son bien recibidos. Creen que les han faltado el respeto durante los últimos años. Este miércoles, algunos de ellos se sumaban a los paros, lo que provocaba la risa de algunos camioneros. Miguel Ángel en concreto esgrimía: "Antes de quedarse fuera de juego han dicho: vamos a subirnos al carro, aunque ya con el culo al aire".
Mientras tanto, los camioneros parecen contar con el apoyo de la ciudadanía. A lo largo de la marcha, muchos ciudadanos se agolpaban en el exterior de las carreteras. "Vemos su apoyo y eso nos da mucho ánimo", reconoce Miguel Ángel, que es de los que gustan de hacer sonar la bocina y saludar a todos aquellos que les apoyan.
La anécdota la deja un señor mayor que esperaba en uno de los puentes a los camioneros. Mientras Miguel Ángel y los reporteros pasaban alcanzaban su posición, aplaudía. Al instante, un camionero que no secundaba la huelga les adelantaba por la izquierda. El señor cambiaba el gesto y le sentenciaba con un gesto, como el César, con el pulgar hacia abajo.
La marcha termina con una arenga y un informe emitido, desde un banco de un polígono de Getafe, por Miguel, otro transportista que nada tiene que ver con el que viajamos, y se define como vocal de la Plataforma. Insufla ánimos a los demás y desmonta "el bulo" de que quieran rodear La Moncloa. "Aunque ganas no me faltan", bromea. Se acabó por este martes. El miércoles, todos citados a las 8 de la mañana para hacer otra marcha lenta desde el Wanda Metropolitano, esta vez por las carreteras del Oeste de Madrid.