Llega el verano y apetece más salir, hacer más planes y, cómo no, comer y cenar fuera más a menudo. A esto se une la gran variedad de restaurantes y tipos de comida que proliferan en España, un país donde tradicionalmente comer es un placer y lo asociado a ello, un motivo de celebración y un plan en sí mismo. Por eso, cada vez hay más establecimientos que apuestan por diferenciarse anteponiendo la calidad y por abogar por una cocina más sofisticada, con toques y sabores exóticos o por poner en el plato texturas nuevas y alejadas de la cocina tradicional española. Y, claro, esa mezcla, esa ‘globalización’ culinaria que abrazamos cada vez más españoles no tiene por qué renunciar a las mejores bodegas patrias a la hora de maridar.
Marqués de Riscal, muy consciente de esta realidad y con el verano a la vuelta de la esquina, época en la que el blanco suele ser el rey de la mesa por su frescura, pone en valor algunas de sus elaboraciones con características que van más allá de lo habitual en estas fechas en términos de potencia y untuosidad. Se trata de vinos blancos poderosos, en los que destacan sus aromas y un mayor cuerpo, alejados de aquellos más ligeros, asociados irremediablemente a las altas temperaturas y a un recetario más minimalista que aboga por sabores más suaves como el marisco cocido.
La bodega, pues, ofrece una visión disruptiva frente a lo tradicional y propone maridajes inéditos para acompañar platos que irrumpen en la mesa, testigos al paladar de los gustos de otras latitudes. Es el caso del ya famoso bocadillo de pastrami popularizado en Nueva York y que tiene como protagonista la ternera ligeramente ahumada. En esta ternera precisamente nos detenemos para destacar los dos vinos de Marqués de Riscal que han entrado a formar parte de la categoría Gran Vino de Rueda, una categoría creada en 2021 por la Denominación de Origen Rueda para poner en valor aquellos blancos que se elaboran siguiendo rigurosos controles de calidad y que tienen enfoque gastronómico. Marqués de Riscal Limousin y Finca Montico son, así, dos vinos blancos de alta expresión que armonizan a la perfección con carnes frías, pollo, legumbres e incluso, cordero asado.
Imposible obviar igualmente la cocina japonesa, tan demandada y apetecible en verano, encabezada por, por ejemplo, una selección de nigiris de salmón y pez mantequilla o un tataki de atún. Pescados de sabores contundentes que necesitan un acompañante a su altura, que resalte sus matices y al mismo tiempo los contenga para que no invadan otras preparaciones. En este sentido, recomendamos el Finca Montico Gran Vino de Rueda, que forma parte de la gama 100% organic de la bodega a la que también pertenece Marqués de Riscal Verdejo. Esta gama engloba aquellos vinos de la bodega procedentes de agricultura ecológica, elaborados con la mínima intervención posible para resaltar la pureza de la uva verdejo. El poder de lo mínimo para alcanzar lo máximo en el paladar y en la gastronomía.
Es vino, pero también un estilo de vida, una invitación a que los sabores del trabajo con la tierra y el clima, que son los que aportan los matices a los vinos de Marqués de Riscal, estén siempre en la mesa, sea cual sea el menú. Es un doble logro: conquistar los paladares más exigentes y apostar por una producción que en la que se tiene muy en cuenta una de las mayores preocupaciones a nivel mundial: el cuidado del planeta. Por eso, la firma lleva años apostando firmemente por el respeto por el medio ambiente, la fauna autóctona y el ecosistema para hacer el cultivo más sostenible y alargar la vida de sus viñedos como garantía futura de la calidad de los vinos.