El curso escolar arrancará el próximo mes de septiembre en España. “Es irrenunciable”, ha dicho este jueves la ministra de Educación, Isabel Celaá. Sin embargo, aún hay muchas incógnitas por resolver. La educación en este país es un puzzle con 17 piezas, más las dos ciudades autónomas, que se fragmenta en infinitas: algunas comunidades ya han dicho que darán directrices, pero que serán los centros los que tomarán las medidas. La distancia social entre los alumnos parece ser el tema central de debate. Hasta el momento, cuando se ha necesitado ampliar el espacio de enseñanza con rapidez, se ha utilizado un método: la instalación de aulas prefabricadas en los patios de recreo.
Tras la crisis del coronavirus, uno de los nuevos espacios donde los alumnos irán a clase, aparte de gimnasios o pabellones, serán los barracones. Al inicio del curso 2019/2020, 50.000 escolares aprendían en aulas prefabricadas. Ahora, presumiblemente, serán más. Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, hasta tres empresas han aumentado sus pedidos de aulas prefabricadas para centros educativos de cara a septiembre. “Nos hemos quedado sin stock. Como ya viene montado pues es un recurso rápido”, se sincera José Fernández, responsable de prefabricados de Alfe Suministro, en conversación telefónica con este periódico.
José Fernández, de hecho, va un paso más allá y reconoce que “ya se están montando” los barracones. El tiempo apremia, ya que queda poco más de un mes para el arranque del curso 2020/2021. En este sentido se ha pronunciado Enrique Medina, socio de la empresa Módulos El Picote, nacida en 1990 y situada en Huelva (Andalucía): “No ha llegado ni agosto y ya tenemos diez clientes que nos han pedido aulas”.
Este empresario andaluz, de hecho, también ha explicado el tamaño y el lugar donde se instalarán los nuevos barracones. “De media, las aulas que estamos montando para los chavales son de unos 50 metros cuadrados y, por lo general, las vamos a montar en los patios de los colegios”, explica Enrique. El recreo, por ende, cambiará para los niños, ya que habrá menos espacio en los patios para jugar al fútbol, saltar a la comba o, simplemente, charlar.
Y es así como un colegio, en un mes, puede hasta duplicar el número de aulas, generando que cada clase tenga la mitad de sus alumnos. La celeridad en su construcción es otro de los factores fundamentales por los que los centros ya han pensado en las aulas prefabricadas para crear sus burbujas de pocos alumnos. “Es una solución rápida. Es montar en los camiones y ya está”, explica José Fernández, cuya empresa, pese a recibir peticiones de toda España, centra su actividad en Castilla y León.
En la que trabaja Manuel Fernández, Balat Módulos Prefabricados, también reconocen que este año están teniendo una clientela muy especial: los centros educativos. Y, en este caso, la empresa está presente por todo el territorio. Pese a ello, el empresario no desvela en qué provincias están los colegios-clientes.
Objetivo: “Presencialidad”
La ministra de Educación, Isabel Celaá, ya lo ha dicho: el objetivo “es la presencialidad”. Recuerda que la decisión la tomaron desde el Ejecutivo central en coordinación con la mayoría de las Comunidades Autónomas. Sin embargo, en este puzzle cada pieza encaja como buenamente puede. Galicia, por ejemplo, tiene un plan establecido; en Andalucía, el director del IES Bahía Marbella (Málaga) cree que no hay condiciones que ofrezcan una vuelta al cole “segura” a día de hoy; Aragón ve cómo su Gobierno toma decisiones y los sindicatos muestran sus quejas…
Si hubiera que hacer una síntesis de todas las medidas que se tomarán en España para la vuelta al cole con el coronavirus acechando, podríamos decir que la mayoría se centran en evitar el contacto y asegurar la distancia social. Entre ellas podemos encontrar: grupos burbuja; entradas y salidas programadas para evitar las aglomeraciones en los centros; no a los deportes de equipo; retirada de todo aquel mobiliario prescindible dentro de las aulas para asegurar la separación entre alumnos; o hacer grupos más reducidos.
Hay que evitar rebrotes y contactos. Los grupos serán como familias y se pretende que se guarden las distancias interpersonales de metro y medio. Sin embargo, el espacio de colegios e institutos es el que hay. No se puede estirar más. La ministra Celaá incluso ha afirmado que, en caso de no poder cumplirse con estas normas, se podrían “abrir aulas fuera de los centros”. Hacía alusión a instalaciones de otras instituciones.
Esto pone en liza la solución explicada anteriormente: los barracones. No es nueva, ya ha sido utilizada -y muy criticada- en algunos puntos de España ante la falta de espacio en los centros educativos. Las empresas, en conversación con este diario, aseguran que “hay algo más de demanda” y que están colocando aulas prefabricadas “en los patios” de algunos centros.
La paradoja prefabricada
La paradoja es que los barracones como aulas no son nuevos en España y se han estado intentando erradicar desde hace un tiempo. El motivo: según algunos expertos pueden generar “segregaciones y desigualdades”. Ya el pasado año, El País informaba de que 50.000 escolares empezaron el curso 2019/2020 con barracones como aulas, una realidad que el Covid-19 ha destruido, ya que la previsión es que el número crezca. Esta vez, sin embargo, por motivos sanitarios. La mayoría de alumnos que iban a sus clases en aulas prefabricadas, según la citada publicación, se encontraban en Cataluña (20.000), Comunidad Valenciana (12.000) y Andalucía (11.000).
De hecho, no han sido pocos los que le han declarado la guerra a las aulas prefabricadas. Un ejemplo de ello es el conseller de Educación de la Comunidad Valenciana, Vincet Marzà, quien defendía y celebraba a principios de este mes de marzo, a días de empezar el estado de alarma por el coronavirus, su política de eliminación de los barracones de 124 centros valencianos. La paradoja es que el virus ha hecho que vuelvan las aulas prefabricadas con más fuerza. Esta vez para lograr el objetivo de que haya pocos alumnos en cada aula.
Y es que, como en muchos ámbitos de la vida cotidiana, el Covid-19 lo ha transformado todo. Así, los colegios ya han comenzado a recurrir a las aulas prefabricadas con la vista puesta en septiembre. La escasa distancia de seguridad que puede haber en muchas aulas produce que los centros educativos se hayan puesto manos a la obra para la vuelta al cole. Una distinta, con mascarillas obligatorias en comunidades como Castilla y León, o con las burbujas de Celaá. Es decir, pequeños grupos de alumnos que actúan como “familias”. Y varias “familias” de alumnos aprenderán a leer, sumar, restar o multiplicar en aulas prefabricadas.