“Una buena educación cambia lo que sabes, una mejor educación cambia cómo piensas, una gran educación cambia quién eres”. Con esta frase, el profesor de Harvard Richard Light ha querido resumir la principal idea filosófica que extrae del Global Education Forum (GEF) celebrado en el Campus de Almagro de la Universidad Camilo José Cela (UCJC). Algo con lo que Nieves Segovia, presidenta de la Institución Educativa SEK, está de acuerdo: “Cuando en febrero de 2020 planteamos la posibilidad, en el despacho del profesor Light, de debatir estas cuestiones, no podíamos imaginar que conseguiríamos todo esto”.
En efecto, el último acto de este GEF ha cerrado exitosamente el periplo de tres días de reflexión en torno a cómo debe ser la universidad del tercer milenio. En esta última sesión, abierta por Paul LeBlanc, rector de la Southern New Hampshire University, el debate se ha centrado en la sostenibilidad y el impacto social.
Sobre esta cuestión Albert Triola, CEO de Oracle, ha incidido en que “la tecnología ya no es cosa de niños, sino que es parte del mundo”. Además, ha hablado sobre la necesidad de cambiar la mentalidad para dejar de considerar que el trabajo es el objetivo de la universidad: “Hay que priorizar la curiosidad, la diversidad y el aprendizaje”.
Un fin en sí mismo
En declaraciones a EL ESPAÑOL, Stavros N. Yiannouka, director general de WISE (World Innovation Summit for Education) de la Fundación Qatar, también ha sido partidario de dejar de considerar la universidad como un medio: “Si preguntamos a gente de la academia, dirán que históricamente la labor de la universidad ha sido crear conocimiento, no trabajadores”.
Según Yiannouka, la idea de que la universidad debe crear trabajadores es relativamente nueva (“surge hace unos 80 años”), pero no cree que necesariamente tenga que ser el mejor lugar para ello. En la misma línea, el director del Foro Económico Mundial Adrian Monck ha dicho, desde Ginebra, que la cuarta revolución industrial –la de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías– va a producir cambios en el rol que asignamos a la universidad.
“A cualquiera le gustaría trabajar en Google, pero la realidad es que el 15% de sus empleados no han cursado o terminado grados universitarios”, explica Monck. En la nueva realidad del mercado tecnológico, las empresas reclutan trabajadores de cualquier parte del mundo. Además, este dirigente asegura que, de cara a los procesos de selección, esto significa que no existe relación real entre una universidad prestigiosa y un buen desempeño laboral: “La inteligencia emocional y la diversidad también son factores de éxito en el mercado laboral, pero que no habían sido consideradas tradicionalmente”.
En la actualidad, Google tiene programas de seis meses que dan acceso a puestos donde los sueldos oscilan entre los 60.000 y los 100.000 dólares. Sin embargo, en Estados Unidos cada vez son más caros los programas universitarios, hecho que no se ajusta a la nueva realidad: cada vez hay menos puestos de trabajo para los egresados. Por ello, Monck resalta la importancia de universidades jóvenes como la UCJC.
Un aprendizaje vital
Para Yiannouka, la discusión de este GEF ha sido que “el aprendizaje no puede detenerse”. En opinión de José Manuel Santamans, periodista y profesor de OBS Business School, hasta los años 80 el calendario de vida estaba muy definido: “uno estudiaba, después trabajaba y después se jubilaba”. Pero, a partir de los 90, los tiempos han cambiado y ahora la formación debe ser continua. Por eso, él propone que los Estados pongan una fecha límite de validez a los títulos universitarios y ha señalado dos características de la educación actual que ponen de relieve esta situación.
La primera consiste en la “universalización del acceso a la educación superior”. Aproximadamente la mitad de las personas que se sacan un título universitario en España continúan estudiando, principalmente a través de másteres. La segunda característica es que “ahora se hacen cursos de reciclaje del conocimiento”. Y se pregunta: “¿Un título universitario obtenido en el 1994 tiene validez hoy en día? ¿Tengo capacidades para ejercer de periodista si no me he actualizado?”
Además, la pandemia ha acelerado estas necesidades. Yiannouka cree que la creciente digitalización por el covid-19 ha dado lugar a una paradoja. “Por un lado, hemos hablado utilizado mecanismos y actividades de enseñanza que nunca habíamos tenido en cuenta”, dice Yiannouka refiriéndose, por ejemplo, a clases magistrales online que cada alumno puede decidir el momento en que las toma. “Pero, por otro lado, ir a la universidad no tiene tanto que ver con recibir clases y hacer exámenes, sino con la socialización y con formarnos como seres humanos: la universidad es tener una conversación en la cafetería sobre la función de la universidad, estar en grupo, aprender en un contexto social”.
Algo parecido a lo que comentaba en la sesión del jueves el filósofo Alejando Piscitelli a EL ESPAÑOL, cuando afirmaba que hay mucho de retórica en las nuevas teorías sobre la democratización del conocimiento gracias a internet: “Para lo que más se utiliza el móvil es para el Whatsapp. Por tanto, lo más importante que tenemos es la agenda de contactos. Y esa agenda se hace yendo a eventos físicos como este”.
Hackhaton y conclusiones
En la penúltima intervención se dieron a conocer los ganadores del Hackathon puesto en marcha por la UCJC: la Southern New Hampshire University y el SEK Atlántico. Los primeros han manifestado que “la educación superior ha tenido un papel fundamental en nuestra formación, pero no nos preparan para los escenarios de la vida real”.
Los alumnos del SEK Atlántico, por su parte, han esbozado su modelo de universidad ideal: “mejorar las instalaciones, tener clases interactivas más prácticas, añadir conocimientos tecnológicos, menor número de alumnos por aula, horarios más flexibles, profesores con una índole más empresarial, acceso más asequible económicamente y, por último, tres años de duración máxima para los grados”. En total, han participado más de mil estudiantes en este concurso y todos los documentos se subirán a la página web del GEF.
Después, han tomado la palabra Nieves Segovia y Richard Light para sintetizar las conclusiones del evento. Segovia ha expresado que los 12 puntos del Manifiesto contienen todas las ideas debatidas e invita a “todas las instituciones del mundo, sin que la clase social suponga un impedimento, a unirse a nosotros y darnos ideas y propuestas”.
Light, que ha mostrado con emoción sus ocho folios de notas recogidas a mano, ha querido dar un toque de atención: “La pandemia ha cambiado algunas cosas para siempre, pero otras son temporales”. Para él, el GEF ha sido un excelente ejemplo de aprendizaje híbrido: “Yo estoy en mi casa de Boston, ha intervenido gente de Israel, de Alemania, vosotros en Madrid, y todos estábamos en la pantalla teniendo una conversación normal”.
¿Cuáles son los desafíos?
Para acabar, Richard Light ha expresado una pequeña preocupación: que las universidades con menos recursos no se puedan permitir esta educación híbrida. Bajo su punto de vista, “todos sabemos que algunas universidades como la mía –Harvard– gozan de una posición muy cómoda económicamente hablando, pero hay una desigualdad creciente entre las universidades”. Sin embargo, espera que con compromiso y responsabilidad se pueda llegar cada vez a más estudiantes.
Por último, Nieves Segovia ha adelantado que vivimos un cambio radical e imparable. Para la presidenta de la UCJC este GEF “tiene alma propia” y no ha sido un evento sino un movimiento: “Vamos a continuar con microeventos en lugares regionales, ya hay personas que quieren hacer el GEF en la India, en Latinoamérica…” De esta forma, ha destacado la importancia de conectar este GEF con otros foros al tratarse de un proyecto que no tiene fin. Y ya ha puesto fecha al próximo capítulo en el diseño de la universidad del futuro: “En dos semanas, en Doha, se compartirán las conclusiones de estos tres días”.
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