La guerra entre los Kinahan y los Hutch provocó la salida del clan de la Costa del Sol. John Morrissey, uno de los miembros más sanguinarios, se quedó.
Gracias a la colaboración de empresas de mensajería, ajenas a la trama, la Policía interceptó un paquete sospechoso y un dispositivo de geolocalización.
Un tercero, recluso también del centro y presunto líder de la trama criminal, mantenía a raya a un compañero de la cárcel por una supuesta deuda contraída.