La última novillada de abono contó con la ausencia de Luis David Adame, herido hace una semana por un utrero de El Montecillo. El novillero de la empresa no ha podido cumplir sus dos compromisos. La sustitución se la llevó Juan de Castilla como premio a su disposición aquella tarde en la que hizo frente a cuatro novillos en solitario. Mérito del colombiano en la dureza y buen gesto de Taurodelta. Habrá que esperar para ver de nuevo, por ejemplo, a Pablo Aguado o el debut de Leo Valadez. Con otro ambiente llegaban Alejandro Marcos y Joaquín Galdós. Sobre todo Galdós después de su triunfo en Sevilla el domingo.
Abrió cartel Marcos, salmantino que quiere hacer las cosas con cierto gusto. El inicio de faena fue rodilla en tierra. El novillo, algo soso, se dejó. Hubo pasajes estimables por ambas manos sin terminar de romper. Faltó poder a ambos. Aguantó un parón el novillero y al natural llegó la primera voltereta. La segunda sería al coger la espada de verdad con el novillo recuperando el resuello. Lo lanzó al aire y la caída sobre el cuello fue tremenda. No se le sostenían las piernas cuando se puso en pie. Antes de entrar grogui a la enfermería se dio la vuelta y lo mató. La vuelta al ruedo fue cariñosa.
El cuarto era un toro. Rematado, sus 522 kilos encajaban en un trapío de cuatreño: ojalá en Aranjuez se vean un par como este. 'Parasolillo' tuvo tanto volumen como sosería. Descolgaba obediente en el embroque pero luego no decía nada. Lo intentó Alejandro Marcos por ambas manos sin llegar a ningún puerto.
Las embestidas a las que se enfrentó Juan de Castilla este lunes fueron totalmente diferentes. Dio opciones su lote. Fue feo y altón el tercero castigado además con los horribles crotales. Parecía un bicho de granja. Como casi todos, llegó a la muleta suelto, rajado, manseando. Se hizo con él Juan de Castilla en los medios.
Los doblones lo fijaron y rompió a embestir. El colombiano corrió la mano derecha. Tuvo la virtud de la limpieza y la colocación. Enganchó siempre por delante. Lo citó de lejos, basculando el trasteo al tercio cuando hubo amago de huida. Cuando saltaba la chispa cambió a la izquierda. Ahí no encontró nada, por el lado bueno se diluyó. Si el día de la 'encerrona' estuvo seguro con la espada -cuatro estocadas, cuatro- esta vez lo pinchó. A la tercera enterró la mano.
También encontró el hueso del sexto, un zambombo que estrechaba su corpachón llegando al morrillo, una desembocadura como camuflaje de su presencia de toro. Siempre miró a chiqueros. Lo quiso llevar Castilla al caballo galleando por tapatías y se le hizo un mundo porque arrancó pegado a la querencia. Tuvo que rematar en el medio. En el capote del subalterno M. Ángel Sánchez hizo dos extraños el novillo, entrando cruzado.
Luego descolgó, embistió humillado. Pronto, acudía desde lejos. Se decidió Juan de Castilla por la media distancia exprimiendo esas tres arrancadas. Luego todo se enredó. Alargó el metraje metido en el terreno del toro. La gente pensaba ya en la cena y le protestaron las bernadinas. Sonó un aviso cuando salió despedido del pinchazo. No olvidará la feria en la que tuvo que dar la cara.
Galdós, peruano como Roca, brindó el primero al cielo. Renatto Motta quizá. Quiso torear con el capote desde el inicio a los quites. Respondió al también activo Juan de Castilla por chicuelinas en ese primer utrero suyo. La tarde para él, que parecía perfecta después del triunfo de Sevilla, cogió la cuesta abajo del sumidero sin remedio, quedando un mal sabor de boca por el bajonazo con el que mató quinto. Su despedida de novillero en Madrid no fue la que él esperaba.
No se acopló con el quinto, un novillo rajado y manso que se defendió al final a coces. Con el apagado el segundo buscó Galdós alguna manera de alargar la embestida. El inicio fue lo mejor.
LA VENTANA DEL PUERTO/ Alejandro Marcos, Joaquín Galdós y Juan de Castilla
Monumental de las Ventas. Lunes, 23 de mayo de 2016. Decimoctava de abono. Media entrada. Utreros de La Ventana del Puerto, 1º soso de buen pitón izquierdo, el 2º a menos, bueno el 3º, obediente el soso 4º, un 5º mansurrón y rajado y el 6º que se desplazó humillado.
Alejandro Marcos, de rioja y oro. Estocada algo trasera (vuelta al ruedo). En el cuarto, tres pinchazos y espadazo suelto (silencio).
Joaquín Galdós, de canela y oro. Espadazo bajo (silencio). En el quinto, infame bajonazo (silencio).
Juan de Castilla, de celeste y oro. Pinchazo abajo, pinchazo hondo y estocada entera (silencio). En el sexto, un pinchazo, espadazo entero y varios descabellos. Aviso (silencio).