Raquel Sanz avanza en la conversación superando obstáculos. La increíble fuerza que demuestra al descolgar el teléfono va desapareciendo conforme el recuerdo eleva una pared delante del camino, origina un incendio a su alrededor o le lanza cosas para que las esquive. Al final, ella se deja coger y su voz empequeñece haciéndose gigante Víctor. Se le escurre el presente: él sigue aquí, hace años de aquel sábado. En realidad todo está mucho más cerca. Raquel se sacude el odio, agradece el cariño y desprecia el futuro. “La injusta vida, la que se me fue contigo”, como escribió en Twitter, tiene ahora un perfil agudo, con simas y picos. Poco a poco todo será otra vez llano. O al menos no tan difícil.
¿Cómo sobrelleva el dolor de la pérdida?
No lo puedo sobrellevar, es insoportable, insuperable y vivo porque mi corazón late pero la otra mitad dejó de latir el sábado pasado y no vuelve.
Lo de los insultos no es nuevo. Es duro que tenga que pasar una desgracia para que se reaccione a los comentarios tan miserables que se leen cuando ocurre algo a un torero.
Bueno, pero no son tantos. De verdad. Si pones en una balanza los que dan su apoyo, condolencias, fuerzas y oraciones, los otros se quedan en nada. Se sigue hablando de ellos. Ya lo he dicho: no son seres humanos, no tienen humanidad. Me dan pena, lástima, que gasten su tiempo, de la preciada y corta vida, en crear una cuenta falsa y escribir una frase para hacer daño. Que pierdan el tiempo en eso y les haga felices... Da pena pensar que hay gente así. Son desgraciados. Deberían emplearlo en dar un abrazo, leer un libro, caminar o dar un beso a quien tengan al lado. ¿No sería mucho mejor? Mucho más saludable. Si disfrutan así la tristeza que me invade por ellos es tremenda. Gracias a Dios mi marido no tenía nada que ver con eso. Era feliz. Mucha veces decía que era el hombre con más suerte del mundo porque se dedicaba a lo que él quería y vivía como quería. Así lo sentía él. La suerte le abandonó el pasado sábado. Mientras estuvo aquí vivió y fue feliz. No hizo daño a nadie. Me da pena que se le dé bombo a este tipo de gente porque son pocos. Que alguien ayude a esas pobres personas.
En su comparecencia de este miércoles, Rajoy ha mostrado su repulsa y solidaridad. ¿Ha cambiado algo definitivamente?
Espero. Hablaba mucho de eso con Víctor. Leíamos los mensajes en las redes cuando cogían a un torero y él se enfadaba muchísimo: quedamos en que si le pasaba algo, mientras él estuviera en el hospital, iba a contratar a un abogado para denunciar todos los mensajes ofensivos. En realidad esto no lo hago por mí si no por él. Tiene que haber justicia. Soy consciente de que hay un pequeño vacío legal. Si se tiene que cambiar la ley, que se cambie y se regularice el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales. Conozco lo que ocurre: me dedico a ello. No se puede salir impune de una cosa así. La incitación al odio está penada. Ya hay jurisprudencia. Que se utilicen otros medios. Hay condenas en firme contra este tipo de acciones y sólo hay cuatro detrás de esos comentarios. La justicia debe caer sobre ellos.
Habló con Rajoy. ¿Qué le dijo?
Estuvo muy sensible conmigo. Me transmitió su dolor y condolencias. Sentía mucho lo que estaba pasando y el dolor que me causaban esas personas, me dijo. Lo único que me causa dolor fue perderlo de esa manera tan rápida y fulminante. Me recordó que el Estado estaba para lo que necesitase. Le hice una petición: que el peso de la ley caiga sobre estas personas, como te he dicho antes. Él es consciente de todo ello y ya está en conversaciones con Interior para tratar de poner remedio.
Nestlé ha despedido al youtuber JPelirrojo que dijo que la muerte de Víctor era un “acto de justicia poética”.
Es lógico. Si no quieres transmitir esos valores de personas desdichadas, tristes y amargadas no puedes tener como imagen a alguien que actúe así. Nestlé ha hecho lo más coherente. Lo que tendrá que hacer a partir de ahora es castings más exhaustivos. Lo que ha ocurrido es lo mínimo. Cuando trabajas para una marca tienes que saber qué es una imagen de una marca. Por ejemplo, yo soy mujer de torero y no me gustan ciertas cosas que he visto y que me hubiera gustado contar. No lo he hecho porque sé quién soy. Ha pasado lo que tenía que pasar. Lo han despedido y debería caerle todo el peso de la ley.
La Fundación del Toro se ha movilizado rápidamente y se ha puesto a vuestra disposición. ¿Vais a agotar las vías civil o penal?
Por supuesto. Hasta el final. Nosotros estamos en contacto permanente con el grupo de abogados Cremades a través de la Fundación del Toro. He dado permiso para que actúen en mi nombre. Bueno, en el de Víctor. Sé que no será hoy ni mañana. Será largo. No es fácil. Toda esta gente se ampara en el anonimato. Creo que incluso se habían desplazado a EE.UU. No sé cómo están procediendo pero se está haciendo a través de muchas vías: la Fundación, la Policía, la Guardia Civil... Ojalá se llegue a todos los rincones.
Víctor también estaba muy comprometido con este tipo de asuntos, ¿no? Desde la Unión de Toreros hasta los actos con niños.
Pues sí, Víctor ha sido una persona muy comprometida con la profesión, con su realidad y la vida. Parece ahora un poco oportunista, pero fue él el que primero, siendo un simple novillero con caballos (bueno, simple, llegó a ser figura de los novilleros) organizó en Sepúlveda un partido benéfico para regalar capotes a todos los niños. Cientos de capotes. Todos los niños de Sepúlveda tienen un capote por él. Otro ejemplo. Al casarnos pusimos una carpa con moqueta. Luego la moqueta se guardó y no sabíamos que hacer con ella. Víctor no le dejaba de dar vueltas hasta que se le ocurrió la idea. Recortó la moqueta con la forma de la muleta, salieron unas cuantas, y un amigo carpintero le arregló los pequeños estaquilladores. Regaló esas muletas a una asociación de Sepúlveda que organiza encierros infantiles, para que los sorteara entre los niños. También se ha recorrido Segovia haciendo clases prácticas, toreo de salón. Se formó un grupo de aficionados prácticos y estaba con ellos siempre que iban al campo. Los enseñaba. Al final acudían también padres con sus hijos. Lo suyo era crear afición y enseñar la afición.
A Teruel le acompañaron muchos amigos.
Sí, fuimos bastantes.
¿Hablaron antes de vestirse de torero ese día?
Sí. Yo me fui en autobús con la gente de su peña y pretendía volver desde Sepúlveda a Teruel con él en su coche. “Voy en bus y me vuelvo contigo”, le dije. Al final se fue con el mozo de espadas a Madrid y luego a Teruel y no en su coche. “Prométeme que mañana dormimos juntos”, le decía. No por nada. Si él se quedaba por allí me apetecía quedarme a mí también. Se despidió de mí por la mañana, antes de salir, y entrando a Teruel me mandó una foto. Eso fue lo último.
Después de la cogida le escuché hablar en la radio y sorprendía su tranquilidad.
En ese momento estaba agarrada a un clavo ardiendo. La cornada era grave, todos lo vimos, pero nos dijeron que fue en el lado derecho y no en el izquierdo. Pensaba que había salvado el corazón. Estamos acostumbrados a ver ciertas cornadas gravísimas, desangrándose los toreros, y se salvan. Todos salen. Yo lo que dije en la radio [en Carrusel Taurino, minutos después del percance, a partir de 1 hora y 11 minutos] es que no sabía nada. Estaba en la enfermería. Quedé con ellos en mantenerlos informados. No me imaginaba lo que estaba por llegar. Sigo sin imaginar el desenlace.
Sepúlveda se volcó en la despedida. Y sus compañeros de profesión.
Víctor amaba su profesión. Él empezó tarde en esto. Es una persona normal. Segovia no es típicamente taurina. Nuestras familias tampoco estaban vinculadas al mundo taurino. Él era muy especial. Para dedicarse a ser torero y dar su vida por ello hay que serlo. Era un héroe. Hacía de todo. Salía, entraba, charlaba en la plaza con los mayores y compraba el pan, jugaba con los niños, le veían correr, entrenar, llegar del campo. Todos le conocían y él hablaba con todos. Lo dijo mi prima en el funeral. Víctor era una persona que estaba recogiendo lo que había sembrado. Hay que estar muy agradecidos, pero el se lo ganó. Creo que es así. El agradecimiento es todavía mayor. La respuesta ha ido mucho más allá. De unas personas a otras se transmite como era él y eso ha posibilitado una respuesta masiva de todos.
¿Qué le debe la tauromaquia a Víctor Barrio?
Para mí le debe mucho. Como todas las profesiones y mundos, el toreo es injusto y difícil, muy duro. Hay cosas muy injustas en la tauromaquia. Si las cosas se hiciesen bien desde todos los profesionales habría más justicia. Estoy convencida de que Víctor habría llegado más lejos. Para mí siempre será una figura del toreo, porque le he seguido tarde tras tarde, y he visto cosas en él que siento que los aficionados no hayan visto. Se ha ido sin tener la oportunidad de enseñarlas. Es muy difícil tener que jugártelo todo en una tarde en Madrid. Imagina el examen más importante de tu vida, una selectividad por ejemplo a la que todos hemos llegado atacados, todos los días. Además, jugarte la vida. Si todo depende de eso, de esa sola tarde, es injusto. La tauromaquia le debe cosas y también le ha dado mucho, la vida. Era su mundo. Se asumen y ya está.
A partir de ahora qué, Raquel.
Para mí a partir de ahora nada. Intento vivir minuto a minuto y poco más. Éramos uno. Le conocí antes de ser torero. Toda esta carrera de fondo ha sido juntos. Uno al lado del otro. La suya y la mía.
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